miércoles, 23 de noviembre de 2011

El triunfo de Caín



¿Y si le hacemos, también un homenaje a Caín?
Capaz que alguien venga a incomodarnos,
con preguntas como "Dónde está tu hermano"
Pero Caín no tiene por qué responder,
o al menos no hasta que esté presente su abogado.
¡Bievenido a Chile, Caín!
Acá podrá lucir con orgullo su "marca" en la frente
como otros lucen sus charreteras, sus medallas, sus galones
premios por desaparecer molestos adanes,
adanes subversivos
adanes marxistas
adanes comeguaguas
adanes en secuestro permanente
Hombres patriotas que nunca se rebajarían a contestar
infamantes preguntas como "Dónde está tu hermano"
Por lo mismo,
merecen el homenaje de los círculos militares
de los centros de madres de buenas familias
del Club de Lions
de la CIA
de la Escuela de las Américas
de la SOFOFA
de la Escuela de Chicago
de la CPC
del Mercurio y COPESA
de todos los hijos bien nacidos de este país
Buenos chilenos
buenos patriotas
que duermen muy tranquilos sin haber respondido nunca
sandeces como
"Dónde está tu hermano"
y mucho menos
"Qué haz hecho, Caín, qué haz hecho..."


lunes, 17 de octubre de 2011

"Todos somos iguales... pero algunos son más iguales que otros"



No me gustan los llamados "flaites". No me gusta su subcultura, su música, su forma de vestir, de hablar, de relacionarse con otras personas. No me gusta, pero esa es mi opinión. Puedo justificarla, dar argumentos, participar en un debate y, tal vez, hasta ganarlo, pero eso, en sí, no me dará la razón ante todos. Tampoco me gustan las "barras bravas", aquellos fanáticos no del fútbol, sino de una extraña proyección que les hace creer que el mundo gira (o dejará de hacerlo) si su equipo no le gana a otro el fin de semana. Esas personas que no van a ver fútbol, sino a beber y destruir. Me cargan. Lo he dicho antes aquí, en este mismo blog. Lo saben quienes me conocen. 
Pero lo de éste domingo pasado... califica dentro de las fantasías más fascistas que alguien pueda tener. No recuerdo, desde la dictadura, que alguna autoridad en democracia haya restringido la libre circulación de las personas. ¡Prohibir a alguien caminar por determinadas calles solo porque lleva puesta una camiseta de un equipo! Gente bajada de las micros, por ser sospechosa de querer llegar hasta el estadio San Carlos de Apoquindo. Personas detenidas por sospecha ¡Por sospecha, Dios! 
Y, esta vez, la televisión sí lo mostró. No había encapuchados. No había violencia ni destrozos. Aun así, carabineros las emprendió contra ellos. Incapaces de responder a los argumentos de quienes querían llegar al estadio ("¿Acaso este es otro país? ¿Hay que vestir de corbata o ser rico para poder pasar?"), las fuerzas especiales solo actuaron como están acostumbradas y entrenadas para hacerlo: reprimiendo. Todo amparado, claro está, por la Intendencia Metropolitana y, como no, por detrás por el Ministerio del Interior, que a este paso, pasará a llamarse Ministerio del Amor (MINIMOR) muy pronto...
La excusa para discriminar era la paz. La posibilidad de que los hinchas que no pudieron asistir provocaran disturbios y destrozos... faltó poco para invocar la seguridad interior del Estado. Ahora, sabemos que si el estadio de la UC no hubiese quedado en Las Condes, nada de esto hubiera ocurrido. Si el estadio quedara en Independencia, por ejemplo, como el Santa Laura de la Unión Española... pero no. La élite necesita proteger sus eternas granjerías, y ahora que tienen un gobierno total para protegerlos... ¡Todo más fácil!
Pero la gente está empezando a despertar, a indignarse (recuerdo que escribí sobre la indignación varios meses antes de que se empezara a hablar sobre ese movimiento), no tolerará tan fácil la discriminación que se ha venido construyendo en nuestro país. Discriminación tan habitual que no llegó a parecer parte normal de la vida. Los pobres para allá, nosotros los patrones ricos, para acá. Barrios, comunas enteras para pobres, obreros y delincuentes. Balnearios solo para gente "bien". Universidades y colegios para la élite. 
Y el gobierno no entiende, no quiere entender que está sembrando las semillas de su propio odio. Hasta ahora usan a los carabineros como siempre: como sus perros guardianes. Pero los carabineros no son perros, también son pueblo. Muchos quizá todavía no lo saben, pero lo sabrán. Y entonces ya no serán más nuestros enemigos, cuando no vean en los jóvenes estudiantes a terroristas, cuando no vean en los obreros a enemigos de la patria, cuando sus oficiales dejen de manipularlos y usarlos como lo que no son, como perros. 
En el Chile de hoy, entonces, ¿Somos todos los chilenos iguales ante la ley, ante el Estado, ante los otros chilenos? Usted, querido lector, ya sabe la respuesta...
Poco a poco, construiremos, también, la solución.

viernes, 30 de septiembre de 2011

Como en los viejos tiempos...



La presión. Seguro que  me subió la presión. ¿Y cómo no? Con este acoso permanente, con desautorizarme uno tras otro, uno tras otro... ¡A mí! justamente a mí, que fui uno de aquellos hombres nobles y valientes que salvamos la patria del yugo marxista en su hora más oscura... ¡A, no! no hay derecho. Ni lo hay. El error fue nuestro. Pecamos de compasivos o ingenuos. ¡No debimos dejar títere con cabeza! Pero estos comunistas son como la hidra, ¡Les cortas la cabeza y les crecen siete más! Y con las esperanzas que teníamos en este gobierno. ¡Por fin todo volvería a ser como antes! Nos pasearíamos por La Moneda como en los buenos tiempos. Tendríamos a raya a los revoltosos de siempre, a los hippys trasnochados, a los pelucones indecentes, a los sodomitas, a las feministas y, sobre todo, a los comunistas asquerosos... ¡Pero nada de eso! Ese mequetrefe bracicorto no hace nada... ¡Todos se le suben por el chorro! La verdad nunca le tuve mucha fe, mucha confianza... malos antecedentes. Papás demócrata cristianos... nada bueno podía salir de ahí. Pero igual, uno esperaba que gobernando con el partido del beato Guzmán las cosas serían mejores... nada. ¡Y yo tengo que soportar a esos mocosos insolentes! ¡Yo, que en un acto magnánimo les permito estudiar en una comuna y en unos colegios que no son para ellos, que no les pertenecen, que ni en sus sueños podrían imaginar! ¡Y los perlas, los señoritos y señoritas, los rotos malnacidos se toman los colegios! ¡Exigen!, ¡Sí, ex-i-gen gratuidad! ¡Exigen desmunicipalización! ¡Qué quieren! ¡Qué quieren! ¿Volver a los tiempos de la ENU? ¡Jamás! ¡Por qué no se irán a Cuba esos apátridas! 

Sin embargo... sí... sí... quizá se podría... hacer una llamadas, ¡Viejos amigos! Amigos retirados... amigos que saben, que también asistieron a la Escuela de las Américas, tal vez... podríamos reorganizar algunos métodos de control... de seguridad. ¡Parar estos flagrantes delitos contra la seguridad interior del Estado! Quién sabe... quién sabe... un Opala negro y sin patente en una esquina... las noches son peligrosas. Un jovencito revolucionario podría desaparecer fácilmente entre tanto carrete y droga... sí... no es mala idea... no. No es mucho lo que se necesita. Un catre viejo. Algunos cables. Unos tambores con agua sucia... sí, sí... como en los viejos tiempos, tiempos alegres... todo sea por la patria, por la seguridad, por la paz... Tejas verdes no está tan lejos... sí, como en los viejos tiempos...

jueves, 25 de agosto de 2011

Estamos bien...



El país está bien. Todo está normal. La gente está tranquila en sus casas y sus trabajos. El supremo gobierno tiene todo bajo control. La policía cumple su deber y tiene a raya a cualquier inútil subversivo que pueda osar mostrar su cabeza por alguna esquina de las calles de Santiago o provincias, sí, porque la autoridad no cree que Santiago sea Chile, aunque las decisiones se tomen acá, es decir en Santiago, no necesariamente en la comuna de Santiago, tampoco, muchas en Casa Piedra, que no queda en la comuna de Santiago, precisamente... en fin, lo importante es aclarar que todo está bien. Las Grandes Alamedas están bajo control, para que por ellas marchen los ciudadanos pacíficos por las mañanas a sus trabajos y por las tardes a sus hogares, felices de haber cumplido con su patriótica e histórica misión de trabajar por la patria, para la patria, ¡Viva Chile! Perdonen el lapsus patriótico, pero me conmueve ver a esos hombrecitos trabajando para ganarse el pan, no como esos marxistas bolcheviques que solo saben alborotar el gallinero con sus cosas, que sueldos mejores, que zapatos de seguridad, que ocho horas, que negociación colectiva... ¡Qué quieren estos señores! Hoy se les da mucha cobertura, mucho acceso... internet tiene la culpa, ¡Cómo no! si cualquier roto resentido o comunista (que sabe Dios que es lo mismo) puede meterse y ese tuiter que llama y llama a andar haciendo alborotos y saqueos para el lumpen ¡Si hasta esos negritos mechas tiesas tienen feisbuc! ¡Habráse visto, mi Dios! Y yo le decía a mi amigo José Patricio que trabaja en la compañía de teléfonos que cómo era posible que hoy por veinte lucas, por menos de cuarenta iueseidolars, cualquier pelafustán tenga una blacberri, pero él dice que así están las cosas, y claro que así están las cosas, con ese niñito Jackson, que de tan buena familia viene, pero que lo han subvertido hasta la médula estos comunistas, y cómo no si esa niñita Vallejos, bien dijo mi amigo Labbé, tiene hasta una mirada medio demoníaca, ¡Dios nos libre! Pero no, no ganarán estos rojos retamboreados, no. No salvamos este país hace años de las garras marxistas para verlo convertido en una nueva Cuba, en una Venezuela, ¡Atroz! No, mi general, que el Señor lo tenga ensusantorreino, luchó junto a los valientes soldados que de Chile han sido el sostén y la ayuda de la US. Embassy para erradicar de una buena vez todos esos cuentos comunachos... ¡Pues no! Todo está bien en Chile, e irá mejor, sí, sí que lo irá. De una vez la gentecita de Chile debe dejarse de tonteras, de cuentos de igualdad, de justicia... ¡Educación gratis! ¡Ja! ¡Qué van a pedir después! ¿Salud gratis? ¿Pensiones iguales para todos? ¿Que todos tengan casa propia? ¿Que cualquiera pueda ir a veranear a Pucón?  ¡No pues! ¡Córtenla ya! Si no todos somos iguales... o sea, si Dios nos hubiese querido iguales, no habría hecho a los pobres... o sea, por favor, por algo hay quienes tenemos un poquito más, porque Dios lo quiso así, además nosotros trabajamos, sí, trabajamos, no somos flojos, porque hay que reconocerlo, los pobres son harto flojos, por eso son pobres... son pobres porque no tienen ambición, no quieren más en la vida, son flojos, les falta ser más como uno, es decir GCU, gente como uno... pero Chile está bien, todo estará bien, estas marchas pasarán cuando la gentecita se acuerde que hay cuentas que pagar, cosas que comprar, por eso hay que cuidar la pega, el trabajo, cuando se den cuenta que hay tres tipos más que harían el trabajo por la mitad del sueldo... Todo esta bien. Para nosotros, siempre, todo esta, estuvo y estará bien. Después de todo, Dios lo quiso así, ¿No?...¿No?

jueves, 2 de junio de 2011

El odio




Ha estado movida la cosa en nuestro país en las últimas semanas. Entre las patrañas y errores del gobierno, las peleas interminables en el congreso, los estudiantes exigiendo sus derechos y los ciudadanos comunes y corrientes marchando en contra de la destrucción de la Patagonia. Hay, entonces muchas cosas sobre las cuales hablar y escribir. Sin embargo, decidí escribir hoy acerca de algo que ocurrió hace menos de 24 horas. De un hecho horrible y triste, de algo que debiera hacer que la sociedad en su conjunto reflexionara: la explosión de una bomba en manos de un joven anarquista.
La cobertura mediática y las imágenes fueron elocuentes. Un muchacho de 22 años, quemado y mutilado producto de la explosión de un artefacto que él mismo instalaba en las afueras de un banco. Desfigurado, probablemente ciego de por vida y sin sus manos. ¿Habrá reflexionado acerca de esta posible situación este muchacho? ¿Él y sus amigos que confeccionaron la bomba llegaron en algún momento a dimensionar lo que estaban haciendo, sus consecuencias? ¿O habrá sido algo solo como una jugarreta, una manera de llamar la atención? Lo cierto es que la realidad superó con horror a la ficción. 
Personalmente, no creo en el anarquismo. Menos aún en el anarquismo que cultivan estos grupos de jóvenes. Anarquismo de chaquetas de cuero, púas, vaqueros apretados, botas militares y casacas de mezclilla sin mangas, pero casi sin literatura, filosofía, ideología o ideas. Una especie de rabia mal enfocada, visceral, que aunque justificada en sus origenes y en muchos puntos absolutamente comprensible, es autodestructiva y fanática, cegadora.
Como estudiante y después como profesor, me tocó conocer a personas que se autodenominaban anarquistas. Siempre me sorprendió en el diálogo su falta de argumentos, su incapacidad de discutir sin agredirte, el extremismo de sus palabras. Para ellos la violencia estaba plenamente justificada, es más, les parecía la respuesta natural ante un sistema (palabra ampliamente utilizada por ellos) que los agredía  de todas las formas posibles. Muchos de ellos (al menos todos los que he conocido) consumían drogas y abusaban del alcohol a un punto, nuevamente, de autodestrucción. No pocas veces, además, pude ver imágenes en los diarios o en los noticiarios de estos anarquistas encapuchados arrojando piedras a carabineros durante las protestas o marchas, dándoles justificación a los uniformados para actuar, lamentablemente, no contra ellos, sino contra quienes marchaban o protestaban pacíficamente.
A la postre, toda esa bonita rebeldía se perdía en la incapacidad de proponer "algo", un idea que permitiera reemplazar, modificar, mejorar el sistema que buscaban combatir. Todos ellos, tanto los que fueron compañeros de estudio como los que después fueron alumnos míos, habían abierto los ojos, fueron capaces de darse cuenta de que había cosas que no compartían, con las que no podían estar de acuerdo, injusticias en la sociedad, en el sistema, mas no pudieron dar el paso más allá de la rabia, del odio. Tienen mérito, de todas formas. Entre tantos jóvenes apáticos, cuyo único interés es la fiesta sin fin el reguetón, ellos destacan, logran asomar sus cabezas por sobre la masa, pero para mí (reitero que esta es una opinión personal) desperdiciaban su talento y energía en ideas plagadas de un inconducente odio, muchas veces manipulados por otros que se sirven de ellos.
El pobre muchacho que hoy se debate entre seguir vivo o no en una sala de hospital, con toda seguridad creía en algo, y creía, además, que volando un banco conseguiría algo. No sé qué, pero algo. De una extraña manera ha entregado un mensaje, sin proponérselo. Porque si hay un muchacho de 22 años fabricando bombas por ahí, es que debemos detenernos a pensar un momento. De la misma forma en que deberíamos hacerlo ante hechos delictuales protagonizados por jóvenes de 15 años. O reflexionar de la violencia en los estadios, en los colegios. Meditar acerca de la enorme cantidad de drogas y alcohol que se consumen en Chile. Son síntomas, algo nos dicen, pero no nos detenemos a pensar qué.
También deberíamos pensar, sentarnos a meditar, sobre los comentarios que pueden verse en Twitter o Facebook acerca de este hecho. Inclusive en el mismo blog del muchacho explosionado. Comentarios de alegría ante su tragedia. Gente que festina con la suerte de este muchacho anarquista. Gente que le desea desde una dolorosa vida hasta una muerte pronta. Al menos a mí, comentarios como esos me horrorizan tanto o más que la misma bomba y las consecuencias que generó. ¿Cómo puede el odio estar tan enraízado en nosotros, en las personas?
Me pregunto cuánto odio puede caber en una persona. El odio que lleva a un anarquista a querer destruir un sistema sin importar las consecuencias, hasta el horrible odio de quien se alegra del sufrimiento de otro ser humano.
Si san Agustín nos dijo que la medida del amor es amar sin medida, entonces, ¿Cuál es la medida del odio?

domingo, 22 de mayo de 2011

Detrás está la gente

Algo está cambiando.
Se respira en las calles. Se oye en los pasillos. Se percibe en el ambiente.
Algo nueva está naciendo, pero no en la década de los 80. Es ahora, en los inicios de este siglo XXI, y está pasando en muchos sitios, al mismo tiempo. Y aunque muchos creían que acá eramos inmunes, también nos está pasando. Y no es solo por obra y gracia de Twitter o Facebook. No. Claro que no, porque detrás de cada tuit, detrás de cada posteo o invitación a evento, hay alguien, están las personas, está la gente.
La hemos visto esta semana en las plazas de España. Las vimos semanas antes en los noticieros: en Siria, en Egipto, en Irán. Las vemos hoy acá, en el fin del mundo, en nuestro inocuo Chile. Miles, miles por las calles de Santiago, por Valparíaso, Concepción, Iquique, Aysén... la volvemos a ver marchando, dando su opinión, oponiéndose a decisiones que son tomadas solo en los pasillos de La Moneda o en algún encuentro de empresarios. Oponiéndose a la devastación de la naturaleza, a la privatización absoluta de la energía y a que continúe la inmoral concentración de la riqueza. 
Finalmente la burbuja comenzó a reventar. 
Finalemente, la herida botó su costra, dejando ver bajo ella la pus, la infección.
Ningún pueblo digno puede soportar por tantas décadas la iniquidad. La mentira neoliberal se está cayendo a pedazos. Por fin los jóvenes han comenzado a cuestionarse las cosas, a decir ¡Basta!, a exigir su derecho a una educación de calidad. Las personas se cansaron de escuchar que el país crece y crece, pero ellos solo ven migajas de eso... ¿Quién crecen y se enriquecen en Chile?
Algo está cambiando.
Algunos políticos, los más concientes, se han dado cuenta. Los más, solo se espantan y no saben que hacer. El gobierno, como poseído por fantasmas del pasado, solo reprime y amenaza con las penas del infierno a quienes protesten. Pero -aunque le pese- no estamos en dicatadura, y los Tribunales de Justicia han demostrado su independencia al declarar ilegales las detenciones. 
Habrá que estar muy atentos para saber como siguen las cosas. Yo, al menos, estoy seguro que van por buen camino. El camino del cambio. El camino del pueblo.

lunes, 2 de mayo de 2011

Pax hominibus bonae voluntatis



El primero de mayo del 2011 terminó no con noticias acerca de grandes e importantes reformas laborales (no creo que se produjeran de todas maneras), sino con la sorpresiva información de que uno de los hombres más buscados y odiados del planeta, el saudí Osama Bin Laden estaba muerto. En septiembre próximo, se cumplirían diez años desde el atroz atentado al World Trade Center en Nueva York que costó la vida de miles de personas y fue un duro golpe al corazón de los Estados Unidos, es decir, a su centro financiero. Desde entonces, además, se inició una de las cacerías más gigantescas y mortíferas que los seres humanos hemos presenciado. La consigna era acabar con la mente maestra detrás de los atentados, contra el líder fanático, contra el financista, contra el monstruo que una vez los mismos Estados Unidos habían creado. Sí, porque aunque no lo quisieron reconocer nunca, Bin Laden había sido una creación de Estados Unidos, tal como antes lo fuera Sadam Husein. Porque si algo deja tras de sí la política internacional de los Estados Unidos, es un reguero de dictadores neo mesíanicos, fanáticos y sumamente crueles. Si no, pregúntele a los hispanoamericanos entre los 60 y los 90.
Pues bien, Osama está muerto. Al fin, exclamarán muchos. Pero la amenaza sigue latente. El peligro, tal vez, ahora sea mayor. La sed de venganza (la misma que movió a los estadounidenses) ahora quema las gargantas de hombres y mujeres presas de un fanatismo irracional que no trepidarán en inmolarse por lo que ellos llaman "su causa". Nuevamente, un sentimiento de inquietud se respira en los aeropuertos y en las estaciones de trenes. 
¿Terminará esto un día? Nebuloso se ve el futuro (así lo diría Yoda), el lado oscuro de la fuerza lo nubla todo. Yo quiero creer en la paz. Necesito hacerlo. Pero, amigos míos, no creo que esa paz llegue de la mano de asesinatos e invasiones. Por supuesto que no llegará tampoco en atentados y en terror. Aunque les suene iluso, amables lectores, sigo creyendo que el día de la paz solo podrá llegar cuando el respeto y el reconocimiento de la dignidad y libertad de los otros sea la forma de enfrentar la vida. Cuando los ricos, los poderosos comprendan que la tierra y sus enormes riquezas no les pertenecen, sino que son para y de todos. El día en que un país como los Estados Unidos de Norteamérica deje de gastar la inmoralidad de millones de dólares que gasta en misiles y armas, deje de invadir países pensando en su bienestar económico, el día en que reconozcan, humildemente, ante los demás pueblos de la tierra en que se han equivocado y se compramentan a no hacerlo más.
Ningún terrorismo surge espontáneamente. Su germen siempre es la injusticia. Yo no defiendo a los terroristas ni creo en sus causas, pero tampoco creo en el imperialismo que con garras y fusiles busca imponer sus designios.
Quiera Dios que algún día, los hijos de nuestros hijos, alcancen a ver no solo la luz del día, sino tambiém la luz de la paz.
Vale.

jueves, 31 de marzo de 2011

Cambió el envase, pero no el contenido


Para turistas, gente curiosa,
es un  sitio exótico para visitar.
Es solo un lugar económico, 
pero inadecuado para habitar.
Les ofrece Latinoamérica
el Carnaval de Río y las ruinas aztecas.
Gente sucia vagando en las calles,
dispuesta a venderse por algunos US dolars...

Latinoamérica es un pueblo al sur de EE.UU., Los Prisioneros.

Hace solo un par de semanas, en nuestro país, fuimos "honrados" con la visita del presidente del Imperio más grande y poderoso que nunca antes existió sonbre la tierra: Los Estados Unidos de Norteamérica.
Así como el césar se dignaba, de vez en cuando, a saludar a la plebe, el presidente de EE.UU., decidió que ya era tiempo de darse una vuelta por el patio trasero del imperio, vale decir, todo terreno que quede más al sur del Río Grande.
Ahora bien, los ilusos de siempre, los nuevos ilusos y, sobre todo estos últimos, los beneficiados de siempre, esperaron con inusitado entusiasmo a tan preclara visitia. Claro que había motivos para sentirse algo más esperanzados. Después del nefasto gobierno de Bush junior, nada podía ser peor. Además, se trataba del primer presidente afroamericano en la historia de Yankilandia, alguien que se hizo a sí mismo, que conoció el sufrimiento. Un hijo del American dream
Así, asistimos como mudos testigos a una vergonzosa demostración de abyección de una buena parte del gobierno y la clase política de este país. Gracias a Dios que no hubo multitudes con banderitas esperando a la limofortaleza de Obama en las calles de Santiago. Pero sí hubo discursos vergonzosos como el del Presidente Piñera, invitados vergonzosos como el hermano del presidente y su fina señora esposa, políticos vergonzosos haciendo fila de horas para tomarse fotos junto a Obama o su señora... Mucha  farándula, pero ¿Y? ¿Cambió algo en el discurso y las acciones de EE.UU. hacia Latinoamérica?
La espectación era producto del esperado discurso para las Américas de presidente, algo así como la emulación de los que Kennedy hizo hace décadas. En otro contexto claro está, ya no hay URSS, ya no hay Che Guevara, ya no hay revolucionarios en la sierra... el enemigo del imperio ahora es otro: el mismo imperio.
Pues bien, míster Obama habló mucho, pero dijo poco. No hubo más que declaraciones de buenas intenciones y palabras correctas. Señaló que veían a Latinoamérica como igual, y que harían lo posible para su desarrollo (económico, obviamente, no conocen de otro) y la defensa de la democracia. Concretamente qué, no señaló. 
Mientras, otros ilusos, los de antaño, creyeron que quizá siendo Obama tan distinto a George Bush, tal vez, dedicaría algunas palabras a pedir disculpas públicas por la intervención de EE.UU, en Chile, su financiamiento a los conspiradores para derrocar el gobierno constitucional de la Unidad Popular, la "educación" que recibieron los torturadores y agentes de seguridad en la "Escuela de las Américas" por parte de la CIA y el Pentágono, que tal vez míster president se comprometería a nunca más intervenir en las decisiones soberanas de los pueblos... pero nada. Solo ante la insistencia de un periodista, Obama se limitó a señalar que "No debemos quedarnos atrapados por la historia". Finito. The end. No más palabras. 
Nuevamente, los discursos y las palabras solo fueron un extenso panegírico, un laudatorio al sistema Neoliberal y sus ineherentes beneficios a la vida humana. Producir, consumir, consumir, producir. Nada acerca de la destrucción del medio ambiente, nada acerca de los derechos laborales, nada sobre la salud y la educación dignas y de calidad para todo. Nada del enorme gasto en armas de ambos países (Chile es el país sudamericano que más gastos de defensa tiene en sudamérica en relación a su PIB), mucha crítica a Cuba, pero nada sobre China, Irak, Afganistán, Libia, Guantánamo...
Qué decepción. Mister Obama se marchó, pero nos dejó un resabio amargo en el alma: Cambió el envase, sí, pero no el contenido.
Latinoamerica sigue siendo solo un pueblo al sur de Estados Unidos.


lunes, 14 de marzo de 2011

Un año menos






A pesar de lo racional (o mejor dicho, occidentalista) que intento ser, muchos fenómenos que enmarcan el gobierno de Piñera no me cuadran. Como si la naturaleza se tomara una revancha ante el aura de exitismo que rodea a nuestro presidente de la República. Una especie de canje karmínico, una compensación. No puedo dejar de pensar en lo que alguien me dijo una vez: "Quien tanto tiene, que incluso le sobra, es porque ha cogido lo que no le correspondía, obviamente, privando a otros de su parte". Hace un par de días, se cumplió el primer año del gobierno que se autodesignó como "el de la excelencia". Nuevamente, las celebraciones se vieron absolutamente opacadas por las tragedias de la naturaleza, que a diferencia de lo que ocurrió durante la ceremonia de cambio de mando, ahora venían -literalmente- del otro lado del mundo. El atroz e inconmesurable terremoto de Japón y el posterior tsunami concentraron con  razón la atención del mundo y, obviamente, la de los chilenos. 
Su Excelencia, probablemente, debe haberse sentido por segunda vez como personaje de relleno en su propia obra. Tal como cuando asumió y los diarios y noticieros dieron mayor cobertura a las réplicas y las caras de espanto de los asistentes al congreso, ahora apenas si hubo una que otra mención a los actos oficiales del primer año de un gobierno de derecha democrática después de más de cincuenta años. Un duro golpe para alguien con un ego inflamado por años de buenos y suculentos negocios que lo convirtieron en uno de los hombres más ricos del planeta.
Lo cierto es que, para el 50% de los chilenos que rechazamos el gobierno (de acuerdo a las encuestas más pro gobierno), este ha sido un año que si bien no fue un caos atroz, tampoco tiene nada que celebrarle. Chile no es hoy mejor de lo que fue ayer, sino que, por el contrario, las injusticias se han profundizado aún más y el modelo se consagra a cada instante ante la apatía enervante de los chilenos.
Los más ricos han encontrado en el gobierno de Piñera las mejores oportunidades para hacerse aún más ricos (cabe recordar que la fortuna de S.E. se incrementó en 200 USD solo el 2010, y eso que estaba "fuera" de los negocios), y además, ahora no solo son ricos, sino también poderosos, pues se hicieron también del poder político. Nadie se engañe ni espante, este es un gobierno de los empresaurios empresarios.
La concreción de las promesas de campaña no se ha dado, y solo se manifiesta a través de "ideas de proyectos de ley" que aún no se presentan al congreso y quién sabe cuándo lo harán. Así que los jubilados podrán morirse esperando el fin del 7% de cotización de la salud, o las mujeres el post natal de seis meses, que incluso como proyecto, es discriminatorio y deja fuera a todas las mujeres que laboren al margen de contratos estables (lamentablemente, una gran cantidad).
Mientras, todas las reformas de fortalecimiento a los derechos laborales se encontraron con el muro llamado Evelyn Matthei, que no por nada es hija de uno de los generales de la Junta Militar que gobernó Chile en el terror por 17 años. Matthei representa a la más rancia y reaccionaria derecha chilena, esa que aún ve peones de fundo y encomiendas de la realeza. Ni hablar, entonces de sindicalización universal o fortalecimiento de la Negociación Colectiva. Si se vislumbra la "flexibilidad laboral", lindo eufemismo para hablar de precarización del empleo y más explotación con salarios bajos. 
En materia de educación, y con la venía de la Concertación, a estas alturas un Zombi de la política chilena, se aprobó la "revolucionaria" reforma educativa que, básicamente consiste en alejar lo más posible al Estado de la función docente, desfinanciar a las universidades públicas hasta ojalá acabar con ellas, y hacer más y más horas de clases a los escolares. Pura educación bancaria, como diría Paulo Freire que al ver el proyecto, debe todavía estar revolcándose en su tumba. A este paso, en una década no habrá escuelas públicas en Chile, ni universidades estatales.
So pretexto de reconstruir el país, se decidió modificar el impuesto a las mineras. Se les aumento una misería la tasa, pero se les garantizó casi dos décadas de impuestos sin alzas. Negocio redondo para las transnacionales que se llevan el oro, la plata, el litio y el cobre de Chile sin pagar casi nada por ello. 
¿Y la reconstrucción? De acuerdo al gobierno un éxito. Miles de chilenos con un papelito que los acredita como poseedores de subsidio de reconstrucción... aunque el papelito es más bien como esos números para ser atendido en alguna repartición pública. Van en el número 50 y la mayoría de ellos tiene del mil para arriba. Mientras, otro invierno en el barro, en mediaguas, sin agua ni alcantarillado. 
Los que sí no se mojarán este invierno son los regalones de la intendenta del Biobío, Jacqueline Van Rysselberghe, quienes gracias a unas "mentirijillas" piadosas de la intendenta, consiguieron subsidios que estaban destinados a los damnificados. En cualquier país que no fuera Chile, una actitud como la de la intendenta hubiese significado su cabeza en una pica (desde un punto de vista político, me refiero), pero acá, por miedo a la extrema derecha (A.K.A UDI), se legitimó la corrupción y la mentira como forma de hacer gobierno. Así que ya sabe, gánese el favor y el compadrazgo de alguien en el gobierno si quiere obtener algo.
¿Y para qué vamos a enumerar las pequeñas tragedias diarias? El alza de casi 30% en los pasajes del transporte público en solo un año; el encarecimiento de los alimentos y combustibles, la nula mejoría en la atención pública de salud; el fin del bono marzo y el bono de invierno de los jubilados (con los que lo abuelos más pobres compraban sus remedios o la parafina con que capear los fríos inviernos); la construcción de por lo menos tres centrales térmicas de combustibles fósiles que contaminarán pueblos y naturaleza intacta (a pesar de que en campaña se prometió lo contrario); la represión a los pueblos originarios; la concentración de los medios de comunicación; el masivo despido de funcionarios públicos; la privatización de los pocos recursos que quedan de un antiguo Estado social; las vergüenzas que nos hace pasar el presidente cada vez que abre la boca, etc., etc.
Lo peor, es que la oposición prácticamente no existe y nadie se atrevería a afirmar que con la Concertación en el poder, la cosa sería muy distinta. Recordemos que durante casi veinte años perpetuaron un modelo que en el discurso decían odiar, pero que en la práctica les permitió dormitar en los laureles gracias al stato quo que cimentaron.
Pues bien... paciencia, paciencia. Solo quedan tres años. 
De alguna manera, nos la ingeniaremos para no solo sobrevivir, sino además, hacernos más fuertes.
Vale.

domingo, 13 de febrero de 2011

Como un rayo



Lo despertó un trueno. Las paredes vibraron y los objetos de la habitación dieron tumbos, cambiando su acostumbrada inercia. Le tomó un instante volver en sí, a la realidad, a la vida. Estaba en su cama, en su dormitorio, en su casa. Había almorzado tarde y después decidió dormir una siesta. No había prisa ni nada que hacer. Febrero corría lento y estaba de vacaciones. Dejó los platos sucios en el lavaplatos y subió a su habitación. El día estaba nuboso y más frío que los anteriores. Desde la cama, miró un rato las nubes oscuras moverse con rapidez contra un fondo azuloso, pero no tardó en dormirse. Dormir, para él, resultaba fácil y grato. Dormir y escaparse un rato de la vida. Soñar, soñar que era lo que no era y que hacía lo que nunca hizo. Soñar, en fin, que era otro y no él, que vivía otra vida.
En eso soñaba cuando lo despertó el inmenso trueno. Se incorporó para terminar de despertar. Escuchó. Las gotas de lluvia empezaron a caer sobre el cinc del tejado. Primero con intervalos, después con rapidez. Llovía en febrero sobre Santiago. Recordó que había ropa tendida en el patio. Mientras bajaba las escaleras, un segundo trueno remeció la casa. Al llegar al primer piso, sintió ganas de orinar, pero creyó más prioritario encargarse de la ropa tendida primero.
La lluvia caía en gotas gruesas. El olor a tierra húmeda ya ascendía abarcando todo el ámbito del patio. A pesar de la tormenta -o gracias a ella- el cielo se veía hermoso, casi completamente blanco. Movió la ropa hasta abajo del cobertizo, sin prisas, dejándose mojar. La lluvia se sentía tan bien, tan refrescante. Miró hacia el cielo, pero cerró los ojos, para disfrutar de las gotas sobre su cara. Se sintió profundamente bien, como hacía mucho que no se sentía. No había nadie más allí, nadie lo miraba, ¿Por qué no orinar allí, bajo la lluvia? Y mientras se empapaba la ropa, orinó. Y quizá por primera vez en muchos años, se alegró de estar despierto, de ser él, de estar ahí y en ese momento, de estar vivo y poder disfrutar de la lluvia. Lo supo justo a tiempo: la felicidad puede ser un instante, como una lluvia en verano, un trueno o un rayo; un pequeño rayo celeste, veloz, como el que lo alcanzó en el patio, justo después de orinar. No un gran rayo, de esos para fotografiar, sino uno pequeño, pero capaz de detener su corazón, capaz de dejarlo muerto en el instante, con una mueca que pareció una sonrisa según quienes lo encontraron.

lunes, 24 de enero de 2011

El principio del fin...



Para quienes aún, ilusamente, creemos en la justicia social y en la igualdad de las personas, la semana que pasó fue un duro golpe nuestras esperanzas. El congreso, aprobó por mayoría simple, el proyecto de "reforma" a la educación, que en resumidas cuentas es más de lo mismo, vale decir, más escuelas particulares subvencionadas por el Estado, más municipalización (alejando cada vez más al Estado de su función docente) y más horas de clases "de materia" para los alumnos, con el consiguiente cansancio extra para escolares y profesores. Claro, porque nuestro ministro de educación y nuestros parlamentarios, que al parecer por llevar años sentados en los cómodos escaños del congreso deleitándose de sus dietas, han olvidado que cantidad no es igual a calidad  Qué le vamos a hacer... son los signos de los tiempos que vivimos, donde solo el cuánto importa, mucho más allá del por qué o del para qué. Y bueno, amable lector, se imaginará lo que el pueblo opinó sobre esto: NADA.
No es de extrañar. Hace solo unos meses, el supremo gobierno, so pretexto de reconstruir el país impulsó un nuevo proyecto de royalty o impuesto a las mineras. Menos de un 18% por casi cuarenta años, en circunstancias que en países con legislaciones más avanzadas, los royalties no bajan jamás del 30%, y en la mayoría están cerca del 50%. Pero acá en Chile, el paraíso de Milton Friedman y los Chicago Boys, el laissez faire es la consigna y las grandes mineras extranjeras se llevan el oro, el cobre y el litio y solo nos pagan un 18% de lo que extraen, sin sumarle nada más que el valor absoluto, en bruto, del mineral. Y nuestro súper ministro de minería, el potentado Laurence Golborne, nos explica esto a través de su twitter señalando: "@jorgeimp cobramos 38,8% impto. Con propuesta llegaríamos al 44%. nos guste o no, reservas son del q las encuentra. No son nuestras" ¿Así que los minerales que hay bajo la tierra de Chile no son de los chilenos, sino del primer gringo que las encuentre? ¡Qué lindo! Usted imaginará cuál fue la airada reacción del pueblo de Chile ante tamaño robo: NINGUNA.
Durante el segundo gobiernos de la Concertación, se privatizaron las empresas sanitarias de Chile. Inclusive EMOS, que no tenía pérdidad, sino que por el contrario, generaba utilidades. Se vendieron dos tercios de ellas, estableciendo que el Estado mantendría una participación del un 33%, que garantizara subsidios y precios socialemente viables. Fue una estupidez, pero al menos algo quedaba para los chilenos. Hoy, se van a vender todas las participaciones que tenía el fisco en las sanitarias, dejando en manos privadas el control total de la distribución del agua. Y no solo privadas, sino que también extranjeras, en manos de capitales de ENDESA España, donde el amigo de la libertad, Aznar, ahora es directivo. Por supuesto que usted deducirá cuál fue la reacción de las masas ante este sinsentido: NADA DE NADA.
Ahora, el plan del gobierno va por lo que queda de la salud pública en Chile. Solapadamente, han acabado con la Central Nacional de Abastecimiento (CENABAST), arguyendo que por ser estatal, funcionaba lento y mal, así que para mejorarla, hay que matarla. Ahora la adquisición y distribución de medicamentos la harán privados, de acuerdo a las necesidades del mercado, a las que deberán ajustarse, sí o sí, las necesidades de los pacientes. Así que si ya era demoroso conseguir los medicamentos en los hospitales y consultorios, ahora será una odisea, pues el paciente que no sea económicamente rentable se verá en serios aprietos. La reacción de los usuarios del sistema público de salud no se hizo esperar: NONES. 
Y para qué vamos a sacar a colación el alza artificial del dólar para salvar las inversiones de algunos grandes empresarios, a pesar de perjudicar a la mayoría. O el alza del petróleo y los precios del transporte público (¡Un dólar no te alcanza para la mícro!). O mencionar el tema del gas en Magallanes, donde el gobierno quiere que la gente consuma menos para poder darle más a las empresas privadas, como METANEX, que además se lo lleva a precio de subvención. O las ventas que ha efectudo CODELCO de sus empresas coligadas, como las de producción de energía eléctrica... En fin...
Aquéllos que sabíamos que esto pasaría con el advenimiento de la derecha al poder -y que fuimos tildados desde apocalípticos hasta comunistas- no podemos terminar de resignarnos a contemplar como Chile cada vez se aleja más de la justicia y se acerca a las garras del egoísmo, del "cada cual se rasca con sus propias uñas". Duele contemplar, además, como aquellos que debieran ser oposición pactan con la derecha neoliberal para mantener sus míseras granajerías, traicionando todo principio que algún día juraron defender hasta la muerte. Pero el dolor más grande, queridos lectores, es el de observar la nula reacción del pueblo, de mi pueblo, que sigue viendo reality shows y farándula en la tele. Que sigue leyendo tabloides sensacionalistas, que solo sube fotos del último "carrete" a su Facebook. Nada parece afectarles ni dolerles, mientras no sea algo directo, mientras no sea demasiado tarde. 
No quiero que la gente sea amargada. No quiero que no la pase bien. Pero sí creo, que parte de ser humano, es ser responsable, es poder crear un mundo mejor, ya no tanto para nosotros, pero sí para quienes vendrán. Todavía creo que un día abriremos los ojos. Ese día llegará. Espero que no sea demasiado tarde.

domingo, 16 de enero de 2011

Instrucciones para sentirse (y ser) miserable



Olvide todo lo que sabe
(o cree saber)
sobre la felicidad.
Memorice, después, lo siguiente:
"La miseria es inherente al ser humano
es parte de su condición".
Este será su lema y su consigna.
Aprendido esto, dedique buena parte
de sus horas de vida
a pensar en la vida
en su sentido.
Cuando descubra que no lo hay
piense en la muerte,
piense en Dios
-Si es que hay tal-
piense en el destino
en la fe
en la nada
en el todo
en el vacío
en la luz.
Si para después de un año,
aún siente el corazón,
neutralícelo con pensamientos umbríos,
con lectura de tragedias griegas o inglesas
y filosofía alemana.
Dedíquese a leer y a estudiar,
esto le dará la sensación de superioridad moral que necesita
para contrarrestar su complejo de inferioridad material
que lo embarga, embargó y embargará.
Rechace invitaciones a fiestas o cenas,
el contacto humano debe ser mínimo y utilitario.
Si siente la tentación de la ternura,
piense en los demás con sentido estrictamente biológico,
es decir,
como animales
seres ignorantes,
lascivos,
sucios,
mediocres.
Usted es mejor, por eso está solo.
Pasado los años,
comience a escribir.
Analice todo,
principalmente a la sociedad.
Para entonces,
ya debe de haber desarrollado una mueca
mezcla de asco y desprecio,
imborrable.
Opine, inclusive si no se lo piden.
Critique por amor a la crítica.
Desprecie por deporte.
Ocupe palabras que nadie más conozca.
Lleve las conversaciones hacia áreas que solo usted domine.
No beba.
No fume.
Y, en lo posible,
no fornique.
Dé cátedra, pero recuerde,
no deben entenderle.
Vistase de oscuro,
desprecie lo joven,
aborrezca la playa.
Hágase un blog que nadie lea.
Envejezca.
Y entonces, un buen día
(solo es un decir),
digamos un sábado por la noche,
se sentirá tan solo,
tan triste,
tan vacío a pesar de Schopenhauer,
que cambiaría cada segundo
y cada libro,
por un beso,
por una sonrisa,
por una cama que no lo espere vacía y fría.
Sentirá una angustía de muerte,
y el deseo intenso de un amigo y una copa de vino.
Entonces, habrá llegado a su meta,
será un miserable sin remedio.
Lo sabrá con certeza porque desearía estar muerto,
aunque lo cierto
-y lo cómico-
es que ya lo estaba,
desde siempre.