viernes, 30 de julio de 2010

La primera igualdad es la equidad


A nadie pareció sorprender la noticia de que Chile sigue siendo uno de los países con peor distribución de la riqueza en la región. Tampoco generó revuelo mayoritario en la comunidad el hecho de que la pobreza durante los últimos cuatro años no solo no disminuyera, sino que, además, aumentara levemente. Uno pensaría, si observase desde fuera, que las masas oprimidas, olvidadas, vulneradas en sus derechos y a quienes la Constitución de la República parece no amparar en su "iguales en dignidad y derechos", pondrían el grito en el cielo ante tanta injusticia, ante tamaña realidad que nos dice que los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobre, mas no... nothing happens... la gente sigue como todos los días. No hay protestas, no hay comentarios en la fila del banco, no hay pancartas frente al palacio de gobierno. No hay indignación. A lo más un "estará de Dios" y a seguir con lo de siempre... con las teleseries de la tarde, que nos permiten no pensar,  con los noticieros, que nos llenan de miedo y desconfianza, con el programa farandulero, que nos distrae lo suficiente hasta la hora de quedarnos dormidos y no pensar... solo despertar un día más para seguir trabajando, porque si no se trabaja no se paga el la cuenta de la luz, y sin electricidad no hay tele que ver, nada que me saque de esta horrible realidad de todos los días.
¿Cómo no pensar a veces que realmente todo está perdido? ¿Que los mismos de siempre consiguieron no solo ganar la batalla, sino también la guerra? Nos ganaron vendiéndonos la mentira de que la riqueza todo lo arreglaba. Nos ganaron convenciéndonos de que bastaba tener un televisor, un celular, quizá hasta una casa para dejar de ser pobre... después de todo ¿Qué pobre tienes tarjetas de crédito? ¿Qué clase de pobre puede comprarse un LCD, aunque sea en 48 cuotas? ¿Acaso lo pobres tienen Facebook?
Y claro, esa estereotipada figura del pobre, algo así como una Charlot, pero sin sombrero, ya no se ve mucho en las calles de Chile. No vemos niños desnutridos, sino más bien rechonchos. No los vemos llenos de piojos, descalzos, harapientos... a veces los vemos hasta con zapatillas de las mejores marcas. No, ya no vemos mucho esa pobreza, la de ahora es más hipócrita... es la pobreza de la escuela municipal donde no se enseña nada realmente. Es la pobreza de hospitales en ruinas donde perfectamente puede alguien morir en la espera. Es la pobreza donde sabes que no ganarás nunca más de 300 mil pesos, que tu pensión alcanzará con suerte para comer, es la pobreza del no habrá vacaciones más allá de la plaza, la pobreza de nunca saldrás del país ni conocerás otros lados, la pobreza de la universidad no es para ti, la pobreza de calla y acata, la pobreza de la casa pequeña y hacinada, la pobreza de no te puedes enfermar porque no hay como pagar, pobreza de las poblaciones feas, del barro, de la micro llena, la pobreza del cine no pero el DVD pirata sí, la pobreza del teatro no, pero la teleseries sí... la pobreza que se perpetua y perpetua. Una pobreza iluminda por rayos catódicos.
Sí, queridos amigos. Es indignate la distribución de la riqueza en Chile, pero lo es aún más la distribución de la cultura. Esa cultura que nos permita indiganarnos, ¡INDIGNARNOS! ante la injusticia, ante una realidad que un padre no puede, no debe querer para sus hijos, una realidad que ninguno de nosotros puede querer para un compatriota, un ser humano. Necesitamos construir una cultura nueva para nuestro país. Una cultura que nos permita apagar la tele un rato, que nos permita dejar de leer las estupideces de Las Últimas Noticias, una cultura que nos haga despertar y darnos cuenta de que hay más, de que podemos más, de que merecemos más en la medida en que luchemos por ello. Una cultura que nos permita exigir nuestros derechos, nos permita exigir justicia social, una cultura que no permita que en una empresa la diferencia entre el que gana más y el que gana menos sea de 200%... una cultura de escuelas dignas, de hospitales dignos, de universidades llenas de hijos de obreros, de barrios pobres pero con plazas y parques, con consultorios, con metro y transporte público, donde la gente no viva con miedo, donde los niños puedan jugar tranquilos...
No sé... creo que ya desvarío... es tarde ya.
Ustedes me dirán... ¿Es tarde ya? ¿Demasiado  tarde ya?

jueves, 22 de julio de 2010

Deber ser

Éste no debería ser yo.
Aquí, frente al teclado, en un céntrico café,
no debería ser yo.
Este hombre amargado que soy
no debería ser yo.
Y, sin embargo, lo soy,
porque me propuse demasiados "debo ser"
me propuse demasiados imposibles,
idealicé más de lo que la justa razón aconseja.
Este que está escribiendo no debería ser yo
yo no debiese ser éste que soy
así, de esta manera oscura,
trasunto de otros tiempos.
Yo no debería ser así
o quizá ya no lo soy.
Los que me conocen hace tiempo podrán decirme
¿Qué hay de mí en éste que soy yo?
¿Queda algo de ternura debajo de estos cueros?
¿Queda algo de amor bajo mi lengua?
¿Pervive aún algo de esperanza en la médula de mis huesos?
Dios mío, ¿Para qué me haz abandonado?
Al final de la partida,
amigos y amigas,
uno nunca debiese ser
uno solo tiene que ser
ser, así no más,
sin condicionantes
ser o no ser
nada más
nada menos
todos los "debiese" sirven solo para hacer castillos en las nubes
y para porrazos
ya tengo bastantes
y eso, no debió ser así,
pero fue.
Así que, para concluir,
éste no debiese ser yo
pero soy
o quizá ya no.