lunes, 29 de octubre de 2007



Las cosas del júrgol



Después de mis arranques melancólicos, he regresado. Hace tiempo que no hacía un nuevo comentario en esta, mi bitácora personal, y he decidido hacerla acerca de un tema que sí que mueve multitudes: El fútbol.

Para comenzar, quiero dejar bien en claro que me gusta el fútbol. O más bien, me gusta verlo jugar. Me parece un deporte entretenido y, aunque verdaderamente no tengo un club favorito, ni me sé de memoria las fechas del campeonato ni menos me acuerdo de los nombres de todos los jugadores, podría decirse que sí me gusta el fútbol. Hago esta aclaración porque sé que alguien podría pensar que tal vez diré lo que diré por una aversión al balompié, cosa que no es efectiva para nada.

Habiendo hecho la salvedad anterior, quisiera señalar qué es lo que me molesta del fútbol (después de todo, este blog parece un muro de los lamentos), y no, no son las modelos que se casan con futbolistas ni la intromisión de la mal llamada farándula en el deporte, lo que realmente me molesta del fútbol chileno es el chauvinismo cultivado primero, por los medios de comunicación, y luego por los propios hinchas.

Claro que todos queremos que la selección nacional gane, que sea un buen equipo, que meta goles y ojalá fuese algún día (gracias a Dios soñar aún es gratis) campeona del mundo. Pero de ahí a decir que prácticamente los destinos de la nación dependen del resultado de las clasificatorias, me parece más que una exageración.

Para que hablar de la patriotería barata que significan los partidos, pareciese que a quien no le gusta el fútbol es menos chileno que a otro que sí le gusta. Los medios, para variar, nos han vendido la pomada de que ser chileno y patriota es alentar a la "roja" en todo. Sinceramente, no creo que nos haga más o menos chilenos ver o no ver los partidos de la selección.

Hay gente en nuestro país que lamentablemente, entiende que un partido de fútbol es prácticamente una guerra entre dos países. Que los jugadores son soldados, los entrenadores generales y la cancha el campo de batalla. ¡Cómo si por el resultado pudieramos probar que raza es superior!

Salir a celebrar a la Plaza Italia que Chile le haya ganado 2 a 0 a Perú, me parece fuera de todo foco. Yo guardaría ese festejo para cuando clasifiquemos si así Dios y Bielsa lo quieren. Pero no puedo dejar de decir que me parece que el fútbol muchas veces saca lo peor de lo nuestro. La violencia, la vulgaridad, la falta de respeto hacia nuestros hermanos (que ninguna seleccción extranjera intente canta su himno en Chile) y esa vieja superchería del patriotismo mal entendido.

El fútbol es un deporte, un juego. Nada más. El mundo no se acaba porque perdamos, ni serán más prósperas nuestras vidas porque ganemos.

A fin de cuentas, ser chileno, creo yo, es mucho más que una camiseta roja. No permitamos que también el fútbol sea un instrumento de dominación de nuestras mentes.
Vale.