martes, 28 de agosto de 2007



Se viene el estallido...

Mañana, después de mucho tiempo, al parecer seremos nuevamente testigos de una marcha nacional y un semi paro. Por lo que he escuchado en las calles, la cosa viene seria, y muchos serán los que se movilicen. En casi todos los sentidos me parece bien.

Y es que las cosas hace rato se venían mal en Chile. El modelo socio económico y cultural imperante no da para más. Era cuestión de tiempo para que el descontento, aplacado por años gracias al chorreo, brotara por los poros de los trabajadores del país. Cómo no, con la pésima distribución de la riqueza, la educación de peonaje en muchas escuelas, la crisis del sistema público de salud y, más encima, el malogrado Transantiago, guinda para una torta que nadie se quiere comer.

Yo voté por Bachellet, y a veces, siento vergüenza de reconocerlo. No es que hubiese votado por Lavín o Piñera, eso nunca, pero siento una profunda decepción de la concertación, por la que llevo votando desde mis tiernos 18.

Lo han hecho mal. Perpetuando lo que por siempre criticó. La concertación terminó por parecerse tanto a la derecha, que cuesta muchas veces saber cuál es cuál. La alegría no vino para la mayoría de los chilenos. Sí, recuperamos la libertad, tenemos una democracia, imperfecta, pero democracia al fin y al cabo, hemos avanzado mucho, pero a la vez, mucho menos de lo que podríamos ser.

El Estado, se desligó de sus responsabilidades intrínsecas. Se confió de los grandes grupos económicos, se dejó sobar el lomo por cuanto economista MBM se topaba en foros internacionales que le decía que lo estaba haciendo muy bien, That's the way, my bro!

Mientras, se desincentivaban los sindicatos, los sueldo se hacían eternamente bajísimos, y los avances en educación eran minúsculos y en muchos casos, retrocesos. La revolución pingüina, y las últimas huelgas son solo la antesala de lo que vendrá. La cosas van a tener que cambiar, solo así el descontento social dejará de crecer.

Los empresarios, mientras, en lugar de pedir mano de hierro contra los "subversivos" trabajadores que osan pedir más, debieran empezar a cuestionarse el rol social que le cabe, pues toda empresa, les guste o no, es más que un negocio; es una comunidad que debe velar por el bienestar de sus miembros. Pero ha habido empresarios que por los medios de comunicación, poco menos piden que la fuerza pública, "palomee rotos" (expresión usada por los dueños de las calicheras cuando pedían al ejercito acabar con el problema ametrallando la escuela Santa María de Iquique) a la entrada de las fábricas por esto de la protestas.

Y a nuestros gobiernos, cabeza del Estado, dejarse de hacer los tontos y venderle su alma al demonio. Cumplan la función que le corresponde, esto es, velar por el bien social de TODOS y no solo de quienes puedan pagarlo.