lunes, 24 de enero de 2011

El principio del fin...



Para quienes aún, ilusamente, creemos en la justicia social y en la igualdad de las personas, la semana que pasó fue un duro golpe nuestras esperanzas. El congreso, aprobó por mayoría simple, el proyecto de "reforma" a la educación, que en resumidas cuentas es más de lo mismo, vale decir, más escuelas particulares subvencionadas por el Estado, más municipalización (alejando cada vez más al Estado de su función docente) y más horas de clases "de materia" para los alumnos, con el consiguiente cansancio extra para escolares y profesores. Claro, porque nuestro ministro de educación y nuestros parlamentarios, que al parecer por llevar años sentados en los cómodos escaños del congreso deleitándose de sus dietas, han olvidado que cantidad no es igual a calidad  Qué le vamos a hacer... son los signos de los tiempos que vivimos, donde solo el cuánto importa, mucho más allá del por qué o del para qué. Y bueno, amable lector, se imaginará lo que el pueblo opinó sobre esto: NADA.
No es de extrañar. Hace solo unos meses, el supremo gobierno, so pretexto de reconstruir el país impulsó un nuevo proyecto de royalty o impuesto a las mineras. Menos de un 18% por casi cuarenta años, en circunstancias que en países con legislaciones más avanzadas, los royalties no bajan jamás del 30%, y en la mayoría están cerca del 50%. Pero acá en Chile, el paraíso de Milton Friedman y los Chicago Boys, el laissez faire es la consigna y las grandes mineras extranjeras se llevan el oro, el cobre y el litio y solo nos pagan un 18% de lo que extraen, sin sumarle nada más que el valor absoluto, en bruto, del mineral. Y nuestro súper ministro de minería, el potentado Laurence Golborne, nos explica esto a través de su twitter señalando: "@jorgeimp cobramos 38,8% impto. Con propuesta llegaríamos al 44%. nos guste o no, reservas son del q las encuentra. No son nuestras" ¿Así que los minerales que hay bajo la tierra de Chile no son de los chilenos, sino del primer gringo que las encuentre? ¡Qué lindo! Usted imaginará cuál fue la airada reacción del pueblo de Chile ante tamaño robo: NINGUNA.
Durante el segundo gobiernos de la Concertación, se privatizaron las empresas sanitarias de Chile. Inclusive EMOS, que no tenía pérdidad, sino que por el contrario, generaba utilidades. Se vendieron dos tercios de ellas, estableciendo que el Estado mantendría una participación del un 33%, que garantizara subsidios y precios socialemente viables. Fue una estupidez, pero al menos algo quedaba para los chilenos. Hoy, se van a vender todas las participaciones que tenía el fisco en las sanitarias, dejando en manos privadas el control total de la distribución del agua. Y no solo privadas, sino que también extranjeras, en manos de capitales de ENDESA España, donde el amigo de la libertad, Aznar, ahora es directivo. Por supuesto que usted deducirá cuál fue la reacción de las masas ante este sinsentido: NADA DE NADA.
Ahora, el plan del gobierno va por lo que queda de la salud pública en Chile. Solapadamente, han acabado con la Central Nacional de Abastecimiento (CENABAST), arguyendo que por ser estatal, funcionaba lento y mal, así que para mejorarla, hay que matarla. Ahora la adquisición y distribución de medicamentos la harán privados, de acuerdo a las necesidades del mercado, a las que deberán ajustarse, sí o sí, las necesidades de los pacientes. Así que si ya era demoroso conseguir los medicamentos en los hospitales y consultorios, ahora será una odisea, pues el paciente que no sea económicamente rentable se verá en serios aprietos. La reacción de los usuarios del sistema público de salud no se hizo esperar: NONES. 
Y para qué vamos a sacar a colación el alza artificial del dólar para salvar las inversiones de algunos grandes empresarios, a pesar de perjudicar a la mayoría. O el alza del petróleo y los precios del transporte público (¡Un dólar no te alcanza para la mícro!). O mencionar el tema del gas en Magallanes, donde el gobierno quiere que la gente consuma menos para poder darle más a las empresas privadas, como METANEX, que además se lo lleva a precio de subvención. O las ventas que ha efectudo CODELCO de sus empresas coligadas, como las de producción de energía eléctrica... En fin...
Aquéllos que sabíamos que esto pasaría con el advenimiento de la derecha al poder -y que fuimos tildados desde apocalípticos hasta comunistas- no podemos terminar de resignarnos a contemplar como Chile cada vez se aleja más de la justicia y se acerca a las garras del egoísmo, del "cada cual se rasca con sus propias uñas". Duele contemplar, además, como aquellos que debieran ser oposición pactan con la derecha neoliberal para mantener sus míseras granajerías, traicionando todo principio que algún día juraron defender hasta la muerte. Pero el dolor más grande, queridos lectores, es el de observar la nula reacción del pueblo, de mi pueblo, que sigue viendo reality shows y farándula en la tele. Que sigue leyendo tabloides sensacionalistas, que solo sube fotos del último "carrete" a su Facebook. Nada parece afectarles ni dolerles, mientras no sea algo directo, mientras no sea demasiado tarde. 
No quiero que la gente sea amargada. No quiero que no la pase bien. Pero sí creo, que parte de ser humano, es ser responsable, es poder crear un mundo mejor, ya no tanto para nosotros, pero sí para quienes vendrán. Todavía creo que un día abriremos los ojos. Ese día llegará. Espero que no sea demasiado tarde.