domingo, 30 de septiembre de 2007

Estar apestado...

Sí, amables blogespectadores, estoy hecho una peste. Tal es el poder que la dichosa primavera tiene sobre este humilde servidor. Mi refrío crónico se agravó, ergo, visita al médico, muchos antihistamínicos, exámenes varios y una nunca bien ponderada licencia por siete días.

Aquí me tienen ahora, detrás de este mesón inconfortable embrutecido por el sonsonete de las quinientas pruebas que me traje para corregir y de las tanta guías que confecciono para que se pueda hacer algo durante mi ausencia en las clases. Ya me siento mejor, es verdad, pero la primavera otra vez me tumbó. Pero estoy apestado por más cosas que solo las alergias. Estoy apestado de muchas cosas.

Estoy apestado de mal dormir, de levantarme temprano, de ser "amable" todo el tiempo, estoy apestado de los compromisos, de que falte tanto aún para las vacaciones, de no tener casi tiempo libre, de andar por horas en micro o metro, de soportar a la gente que fuma en la fila del bus, de mi responsabilidades, de mi contexto y de mis circunstancias, en fin, principalmente, estoy apestado de mí.

Sí, de mí, de mi mal genio, de estar cansado, de ser inseguro, blando e intolerante. Estoy harto de andar a patadas con la vida, solo porque creo que es la vida la que anda a patadas conmigo.

Estoy haciéndome muy viejo y muy rápido y los sueños se me van diluyendo como si nunca hubiese escuchado carpe diem en el colegio. Voy a cumplir 27 y me siento abatido, solo tengo ganas de dormir.

A veces, solo quisiera escabullirme una noche, salir por la puerta y largarme muy lejos y por mucho tiempo. Sin decir nada a nadie. Sin dar explicaciones. Irme y respirar profundo, acostarme tarde y relajado, sabiendo que no hay nada que hacer mañana. Quisiera volver a sentirme libre, dueño y señor de mi tiempo.

Perdónenme, debe ser la primavera lo que me tiene así, sintiendo que tengo estos huesos echos a las penas y a las cavilaciones estas sienes, es la cantidad de desloratadina que tengo en el sistema lo que me tiene soñando con fugas adolescentes al sur y hablando cabezas de pescado. Pero, ahora visito más las farmacias que las bibliotecas y eso me pone un poco angustiado.

Ya, mejor me voy a dormir, ni siquiera sé que tonterías hablo con sueño. Y no se preocupen (si es que se preocupan) no me iré a ningún lado, no me fugaré a Puerto Montt o Valdivia o a cualquier lugar del sur. Me conozco lo suficiente para saber que seguiré aquí, como siempre, atado a mí mismo.

P.D.: Para que recuerden los efectos de la "maldita primavera" que se hacen patentes en mí, visiten la entrada que hice el año pasado sobre ésta haciendo clic aquí