sábado, 19 de septiembre de 2009

Frío



Paso las noches en vela
sintiendo el frío.
En mis manos,
en mis rodillas,
en mis pies,
el corazón.

Y siento que la alegría del mudo se contrae
y escapa.
Se funde en nada.
Y yo estoy a la mitad de nada.

Sintiendo el frío
paso la noches en vela.
Viene de mí
de mis entrañas,
de mi cabeza y mi pecho,
y no hay manta, calor ni abrazo que lo aplaque.

El sol es solo otra lámpara mortecina,
colgada del techo gris y húmedo.

El frío me congela,
me vuelve pétreo
y siento que ya nada puede entra en mí.

Dios no es más que un recuerdo,
un eco,
una vibración,
una campana lejana
que ya no me convoca.

Sé que estás ahí,
que existes,
que no te importo.
Por eso me duele haber crecido creyendo en tu Amor.

Ahora estoy compeltamente solo
y no hay ser humano en el mundo capaz de entender mi dolor,
mi frío.
Solo me declaran sus buenas intenciones.
Gracias,
pero no es necesario:
cuando el frío viene de adentro,
no hay estufa,
abrazo,
manta,
sol
ni Dios
que lo aplaque.