domingo, 18 de octubre de 2009

"El tiempo, el implacable, el que pasó". *




Ya tarde se sentó frente al computador. Había terminado el día. Un día más como tantos otros, monótono e intrascendente. Otra hoja más en el calendario, otro año más como los anteriores. Se sentó a oscuras frente a la pantalla del computador que iluminaba débilmente la habitación. ¿Habría, en ese mismo instante, otros hombres como él, sentados solos y a oscuras en su habitación? De qué le habían servido tantas y tantas preguntas que nunca encontraron respuesta. Se sentó a oscuras a meditar, a recordar. Recordar se había transformado en su ejercicio favorito, y tantó llegó a recordar, que muchas veces sintió miedo de que sus recuerdos no fueran más que invenciones y engaños del corazón.
A oscuras, sentado frente al computador, suspiró por los sueños que murieron sueños, por los ideales apartados por el día a día, por el amor que lo desangraría y que nunca llegó. Una lágrima apareció al recordar al niño que jugaba solo en el patio de sus abuelos, con tapas de ollas, con envases vacíos, con pequeñas hojas de papel roneo que le daba su abuelo. Recordó también al adolescente siempre enfundado en su uniforme de liceano que fue. Tardes y tardes de soledad después del colegio. Solo los libros y la radio por compañeros, por amigos. ¿Sabría la gente cuán solo puede sentirse un joven? Otra vez las preguntas... y mientras otros besaban, él contemplaba los besos de otros. Los leía en libros, los veía en películas. Y se pasó la juventud besando Dulcineas, Beatrices, Amarantas y Marías. "Solo Dios sabe si existen, Sancho".
Después, por unos cortos años creyó conocer la grandeza del hombre, el esplendor. Sí, había un mañana, un futuro. Y se sentía alegre bajo añosos árboles y derruidas salas de clases. Feliz de escuchar a los profesores y tener amigas, muchas amigas. Y reir y reir y reir. Y conversar, pensar, discutir, amar. "Construiremos algo grande, seremos partícipes y no espectadores" Cuán iluso fue.
Ahora, ahora mismo, él está sentado solo, cansado y a oscuras frente al computador. Ha pasado otro año y no le quedan más que recuerdos felices. Ya no hay risas, ni sueños. Porque él ya no sueña. Algo se quebró. Su único anhelo es la evasión, la melancolía. Él, a oscuras, ya no se siente él. Y así, sentado en la oscuridad de su habitación, se duerme.
Mañana, otro día más y a envejecer.

*Título de una canción de Pablo Milanés.