jueves, 31 de agosto de 2006

Un día de esos...

Hoy fue un día de esos.
Fue uno de aquellos días en que se piensa, simplemente, no debí levantarme. No, no debí. No tomé desayuno, salí atrasado, llegué corriendo a mi trabajo... y el día recién empezaba.
Siempre tuve el anhelo de ser como una piedra "porque ésa ya no siente", pero Dios se encargó de hacerme más sencible de lo que quisiera. ¿En qué podría afectarme que una alumna me falte el respeto? Soy adulto, estudié pedagogía y se supone que sé manejar esas cosas. Pero no es cierto. Me duele. Me afecta. Mis alumnos ni imaginan cuánto me duele cuando no puedo hacer una clase por el desorden y el bullicio. Ni piensan cuán apenado me siento cuando sé y los veo haciendo otras cosas, escuchando música, comiendo en clases, hablando por celular. Por otro lado, el experto soy yo. Pero quisiera ser como esa piedra a la que ni el aire o la humedad traspasan. Pero soy una esponja de mar, en un mar tan inmenso. Me siento, de pronto, el hombre más incapaz y solo del mundo. Solo ante Dios.
Me enteré, en la tarde de una noticia trágica. No la comentaré. No tendría sentido hacerlo. Trato de mantener la compostura, de mantenerme sereno, como una persona adulta (recuerdo: persona significa máscara), pero apenas soporto las náuseas y las ganas de salir corriendo y sentarme en un parque, en un café o en cualquier lugar en que pueda respirar. Sin embargo, no escapo. La vida no es (y no tiene porque ser) un lecho de rosas. Después de todo, si yo sufro, ¿No sufren, acaso, también los demás? Y si río, ¿no hay quien ría también?
Probablemente mañana, ante la puerta del carro del metro, viendo mi reflejo en el vidrio, volveré a pensar "¿y si no bajo?. ¿Y si sigo de largo?" No lo haré, lo sé. La libertad y la imaginación son tan amigas como lo son la responsabilidad y la razón.
Mejor me voy a dormir, ya ni sé lo que digo. Me demoré en escribir porque, para coronar el día, no me funcionaba el mouse ni los puerto USB. Uf.

Después de todo, como bien se dice en la última escena de Lo que el viento se llevó, "Mañana será otro día".
Gracias a Dios.