martes, 7 de octubre de 2008


"... Y, jamás como hoy, me he vuelto, con todo mi camino, a verme solo".
César Vallejo

Inevitablemente hay días en que nos sentimos solos. Suele ocurrir. Pero hay días en que nos sentimos profundamente solos, hondamente solos. Sentirse solo no es igual que tener la certeza de estarlo.
Mi soledad de hoy está acompañada de gente, y eso la torna más patética. Quisiera abrirme el pecho, la cabeza y la garganta. Quisiera mostrar mi corazón al cielo. Quisiera tanto la mano amiga y el silencio.
Quisiera tanto que me dejaran, un momento, solo un momento, a solas con mis dolores y mis angustias, que son mías y de nadie más. Y ya que no me he dado el derecho a ser feliz, esta vez, al menos, dejadme estar con mi tristeza.

Hoy me sobra el corazón.

---
Me sobra el corazón

Hoy estoy sin saber yo no sé cómo,
hoy estoy para penas solamente,
hoy no tengo amistad,
hoy sólo tengo ansias
de arrancarme de cuajo el corazón
y ponerlo debajo de un zapato.

Hoy reverdece aquella espina seca,
hoy es día de llantos de mi reino,
hoy descarga en mi pecho el desaliento
plomo desalentado.

No puedo con mi estrella.
Y busco la muerte por las manos
mirando con cariño las navajas,
y recuerdo aquel hacha compañera,
y pienso en los más altos campanarios
para un salto mortal serenamente.

Si no fuera ¿por qué?... no sé por qué,
mi corazón escribiría una postrera carta,
una carta que llevo allí metida,
haría un tintero de mi corazón,
una fuente de sílabas, de adioses y regalos,
y ahí te quedas, al mundo le diría.

Yo nací en mala luna.
Tengo la pena de una sola pena
que vale más que toda la alegría.

Un amor me ha dejado con los brazos caídos
y no puedo tenderlos hacia más.
¿No veis mi boca qué desengañada,
qué inconformes mis ojos?

Cuanto más me contemplo más me aflijo:
cortar este dolor ¿con qué tijeras?

Ayer, mañana, hoy
padeciendo por todo
mi corazón, pecera melancólica,
penal de ruiseñores moribundos.

Me sobra corazón.

Hoy, descorazonarme,
yo el más corazonado de los hombres,
y por el más, también el más amargo.

No sé por qué, no sé por qué ni cómo
me perdono la vida cada día.


(Miguel Hernández)