jueves, 31 de marzo de 2011

Cambió el envase, pero no el contenido


Para turistas, gente curiosa,
es un  sitio exótico para visitar.
Es solo un lugar económico, 
pero inadecuado para habitar.
Les ofrece Latinoamérica
el Carnaval de Río y las ruinas aztecas.
Gente sucia vagando en las calles,
dispuesta a venderse por algunos US dolars...

Latinoamérica es un pueblo al sur de EE.UU., Los Prisioneros.

Hace solo un par de semanas, en nuestro país, fuimos "honrados" con la visita del presidente del Imperio más grande y poderoso que nunca antes existió sonbre la tierra: Los Estados Unidos de Norteamérica.
Así como el césar se dignaba, de vez en cuando, a saludar a la plebe, el presidente de EE.UU., decidió que ya era tiempo de darse una vuelta por el patio trasero del imperio, vale decir, todo terreno que quede más al sur del Río Grande.
Ahora bien, los ilusos de siempre, los nuevos ilusos y, sobre todo estos últimos, los beneficiados de siempre, esperaron con inusitado entusiasmo a tan preclara visitia. Claro que había motivos para sentirse algo más esperanzados. Después del nefasto gobierno de Bush junior, nada podía ser peor. Además, se trataba del primer presidente afroamericano en la historia de Yankilandia, alguien que se hizo a sí mismo, que conoció el sufrimiento. Un hijo del American dream
Así, asistimos como mudos testigos a una vergonzosa demostración de abyección de una buena parte del gobierno y la clase política de este país. Gracias a Dios que no hubo multitudes con banderitas esperando a la limofortaleza de Obama en las calles de Santiago. Pero sí hubo discursos vergonzosos como el del Presidente Piñera, invitados vergonzosos como el hermano del presidente y su fina señora esposa, políticos vergonzosos haciendo fila de horas para tomarse fotos junto a Obama o su señora... Mucha  farándula, pero ¿Y? ¿Cambió algo en el discurso y las acciones de EE.UU. hacia Latinoamérica?
La espectación era producto del esperado discurso para las Américas de presidente, algo así como la emulación de los que Kennedy hizo hace décadas. En otro contexto claro está, ya no hay URSS, ya no hay Che Guevara, ya no hay revolucionarios en la sierra... el enemigo del imperio ahora es otro: el mismo imperio.
Pues bien, míster Obama habló mucho, pero dijo poco. No hubo más que declaraciones de buenas intenciones y palabras correctas. Señaló que veían a Latinoamérica como igual, y que harían lo posible para su desarrollo (económico, obviamente, no conocen de otro) y la defensa de la democracia. Concretamente qué, no señaló. 
Mientras, otros ilusos, los de antaño, creyeron que quizá siendo Obama tan distinto a George Bush, tal vez, dedicaría algunas palabras a pedir disculpas públicas por la intervención de EE.UU, en Chile, su financiamiento a los conspiradores para derrocar el gobierno constitucional de la Unidad Popular, la "educación" que recibieron los torturadores y agentes de seguridad en la "Escuela de las Américas" por parte de la CIA y el Pentágono, que tal vez míster president se comprometería a nunca más intervenir en las decisiones soberanas de los pueblos... pero nada. Solo ante la insistencia de un periodista, Obama se limitó a señalar que "No debemos quedarnos atrapados por la historia". Finito. The end. No más palabras. 
Nuevamente, los discursos y las palabras solo fueron un extenso panegírico, un laudatorio al sistema Neoliberal y sus ineherentes beneficios a la vida humana. Producir, consumir, consumir, producir. Nada acerca de la destrucción del medio ambiente, nada acerca de los derechos laborales, nada sobre la salud y la educación dignas y de calidad para todo. Nada del enorme gasto en armas de ambos países (Chile es el país sudamericano que más gastos de defensa tiene en sudamérica en relación a su PIB), mucha crítica a Cuba, pero nada sobre China, Irak, Afganistán, Libia, Guantánamo...
Qué decepción. Mister Obama se marchó, pero nos dejó un resabio amargo en el alma: Cambió el envase, sí, pero no el contenido.
Latinoamerica sigue siendo solo un pueblo al sur de Estados Unidos.