domingo, 26 de abril de 2009


El gerente

"Nadie puede servir a dos amos; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No se puede servir a Dios y al dinero".
Evangelio según San Mateo, 6, 24.

El gerente se levanta temprano. Hay muchas cosas que hacer y pocas horas tiene el día. "Time is money" piensa mientras calza las pantuflas y se restriega con firmeza los ojos. Aún no se acostumbra a sus nuevos párpados, pero ya lo hará. Él es un hombre de cambios, de adaptación. Darwin podría haber dicho de él que es la cúlmine de la evolución por su capacidad de adaptarse y sobrevivir en el medio. Como el tiempo debe optimizarse, la ducha es corta y "multi task". Mientras se masajea el platinado cabello con champú, piensa en los discursos que vendrán, los bebés que deberá coger en brazos, la chusma suplicante a la que deberá consolar con sus promesas. Mientras se enjuaga, exactamente treinta y dos segundos después de aplicarse el champú, piensa en las otras cosas de su vida, cosas importantes. Como cerrará el dólar hoy, las acciones se mantendrán fuertes, contratar a los mejores abogados que lo libren de polvo y paja con eso de la multa en USA.

Al salir del baño, limpio y perfumado, lo espera la camisa impecablemente planchada, la corbata de seda, los zapatos italianos. Sobre el velador, la botella de "Evian" y la caja de analgésicos. Todas las mañanas, desde el inicio de la campaña, se toma dos para los dolores de cabeza que vendrán con seguridad, antes de que acabe el día. Mira la caja de las cápsulas y se recuerda otra vez del "temita" de las farmacias. ¡Qué falta de previsión de su "team"! Menos mal que la sacó barata, piensa. Solo tenía un 2% de las acciones, ¡Qué son 1.800 millones de pesos hoy en día!

Al salir, el gerente ve a su chofer y a sus asesores esperándolo en la entrada. Siente que el día irá bien al ver la resplandeciente carrocería de su BMW bajo los rayos del sol. En pulcras carpetas negras, están contenidas las blancas hojas, aún con olor a tóner, que tienen las respuestas a las preguntas del día, las críticas al gobierno y las promesas que el cronograma establece deben realizarse esta semana. El pobre auto alemán sufre al cruzar las calles mal pavimentadas rumbo al primer acto de la mañana. Sufrirá más cuando el asfalto sea remplazado por la tierra y el barro. El gerente se da unos segundo para levantar la vista de su "abstract" para contemplar la realidad que lo envuelve a través de la polarizada ventanilla. Casas... ¿Casas? ¡Casuchas! Gente morena y mal vestida, iglesias derruidas, perros vagos, basura en las calles... Paciencia. Paciencia y valor se repite.

Luego, lo mismo de siempre. Dar la mano a alcades y concejales que le sonríen como bobos y a quienes olvidará tan rápido como pueda. Luego la chusma que lo saluda, que le grita; más allá la prensa, los flashes. La postura es la misma de siempre. Ha dejado en el auto la chaqueta, las mangas de la camisa arremangadas y la corbata un poco suelta, lo suficiente para que se vea el primer botón desabrochado.

Antes del "noon", el dolor de cabeza es manifiesto, solo que esta vez está acompañado de náuseas producto de las horrendas sopaipillas que tuvo que comerse. Con esas malditas cámaras sobre él, no hubo opción. "Con orgullo, el centro de madres Dignidad le ofrece estas sopaipillas caseras al candidato..." ¡qué asco! Va rumbo al aeródromo donde lo recogerá su helicóptero. Mientras, el BlackBerry se llena de mensajes y llamadas. ¡Amenaza de huelga de los sindicatos 1 y 2 en sus aviones!; Su club deportivo necesita nuevo entrenador rápido, las acciones se desploman; El editor de noticias de su canal no cortó lo suficiente la entrevista al otro candidato, ¡el dólar amenaza con cerrar a la baja!

En el helicóptero, lo espera un segundo equipo de "fellows" que lo informarán de cuanto deba saber acerca de las costumbres y tradiciones del pueblo que se apresta a visitar. Traje de huaso, chupalla, vino en cacho. ¡Empanadas y pebre! "A todo dices que sí, a nada dices que no..." escucha a lo lejos una canción. El día está por terminar. No todo mal, el dólar cerró 3 pesos mejor que ayer.

El gerente pasa por su canal para dar una última entrevista antes de irse a dormir. Todo bien. "Miente, miente, que algo quedará". El BMW lo espera a la salida del canal. Afuera la noche es fría y el la contempla desde su cómo habitáculo. Ve los rostros cansado del populacho mientras su poderosa máquina serpentea por entre los buses, taxis y colectivos. Por un momento se entrega a la compasión por ellos, pero la supera rápido. No es su culpa ser más afortunado que el resto. Fue su trabajo lo que lo puso en su posición, su "emprendimiento". Claro, ayudó un poco la buena educación pagada que le dieron, los años en universidades extranjeras y los datos sobre empresas públicas privatizadas que le daban sus amigos en el gobierno de los uniformes. ¡Pero todo eso habría sido inútil sin su incansable esfuerzo por ten..., ser más en la vida!

El gerente se acuesta tranquilo y pronto concilia el sueño. Un sueño como le corresponde a un hombre con la conciencia tranquila. Falta poco para coronar una vida llena de logros. Es cierto que las encuestas están cada vez más estrechas, pero no lo inquietan demasiado. Nadie sabe mejor que él eso de que "el dinero todo lo compra" Más temprano que tarde, quizá no ahora, pero pronto, su inversión será recompensada con un cómodo sillón en La Moneda.