martes, 22 de agosto de 2006

Pingüinos, again...

Tuve la oportunidad de vivir muy de cerca las movilizaciones de los estudiantes secundarios el pasado mes de mayo. Como actor del proceso enseñanza - aprendizaje (este término le encanta a los pedagogos), viví en carne propia algunas de las consecuancias de las movilizaciones.
Compartí y comparto aún muchas de las demandas de los estudiantes. Chile no puede darse el lujo de hipotecar, como lo ha venido haciendo desde hace varios años, el futuro de generaciones enteras de jóvenes que, seamos en esto sinceros, han recibido en gran número, una educación deficiente o mediocre.
¿Cómo no compartir las legítimas aspiraciones de un estudiante que desea no congelarse en matemáticas porque su sala se llueve o no tiene ventanas? ¿de qué manera podría no estarse de acuerdo con los reclamos acerca de sostenedores sinvergüenzas, que invierten recursos públicos en una nueva piscina para sus casas en lugar de más libros para sus colegios?
Claro que apoyo a los estudiantes en sus aspiraciones legítimas. La educación debe mejorar sí o sí, y estoy seguro que ellos han escrito un pedazo de historia con su movimiento.
Sin emabargo, ya no puedo estar tan de acuerdo con las formas en que muchas veces se enfrenta el problema. Hoy, en las noticias, nuevamente se ha visto movilizaciones escolares y, lamentablemente, también violencia. Ese no es el camino, no puede serlo nunca.
Sé que para quienes han esperado mucho, lo que se está haciendo o estudiando puede parece escaso o lento, pero creo que esperar y dialogar es el mejor camino a seguir.
La demanda de calidad en la educación es algo a lo que todos quienes participamos en en ese proceso debemos aspirar, y es por eso que también dentro del aula tenemos que estar comprometidos; alumnos, profesores y apoderados, buscando la mejor educación. Una educación no para el mercado, sino para hombres libres, creativos y solidarios.
Por ahora, a estudiar, a conversar y debatir.