viernes, 8 de agosto de 2008



Agua fría

Hace tiempo que no escribía. Tuve tiempo para hacerlo, pero no lo hice. Perdón por eso (yo pido perdón igual, aunque lo más probable es que nadie me lea). Pero quisiera referirme a una noticia ya vieja -se ha vuelto una costumbre en mí-: El famoso jarro de agua sobre la Ministra de Educación.
Reconozco que ya había prácticamente olvidado ese asunto, pero ayer durante la reunión de apoderados, salió otra vez a colación, junto con la supuesta humillación pública de una alumna por parte de un profesor en el norte del país. De esto último, mejor no hablaré, porque hasta ahora no he escuchado el audio completo, así que no puedo opinar de aquello que no conozco.
Los apoderados de ayer, siempre puntuales, casi filosos, deseaban saber mi parecer acerca de la actitud de la tristemente célebre Música por mojar a la doblemente triste célebre Ministra Jiménez. Noté, claro está, que aquella pregunta no era inocente, sino intencionada a generar una controversia y determinar si este profesor que habla era o no consecuente con lo que predicaba. Pues bien, les respondí: No estoy de acuerdo con la actitud de Música.
No puedo estar de acuerdo con que se agreda en ninguna forma a una autoridad de la República, incluso una como la señora ministra, intransigente e intolerante, que cree ser dueña de la verdad y que no sabe escuchar. Claro que a mí no me gusta, pero eso no me da derecho a arrojarle un litro de agua en la cara. ¿Se imaginan si todos hiciéramos eso cuando no nos escuchan o alguien nos cae mal? Claro, quizá no necesitaríamos tantos psicotrópicos, armonil o sesiones con el psicólogo, pero nuestra sociedad no podría mantenerse en base a las agresiones y menos, sin respetar a la autoridad.
Vivimos en una democracia -imperfecta quizá, pero democracia al fin y al cabo- y por lo mismo debemos cuidarla, respetarla y perfeccionarla. Eso debemos enseñar a nuestros jóvenes, debemos (es un deber moral) hacerlos partícipes de ella, a través del diálogo, el voto, la participación política y social. Debemos mostrarles que durante 17 años en este país hubo quienes incansablemente lucharon por tener el derecho inalienable de la libertad, el derecho de vivir en una democracia. Gente que inclusive murió (y desapareció) por ello.
Hoy tenemos democracia, llena de yerros tal vez, pero perfectible. No la ensuciemos con la violencia. La democracia no es hacer lo que uno quiere, sino hacer ejercicio de la responsabilidad que cada uno de nosotros tiene. Quemar neumáticos, destruir faroles, agredir ministros no es vivir conforme a la democracia, es solo ser irresponsables y viscerales. Fanáticos, tal vez.
¿Debe ser expulsada Música? No, pero cancelarle la matrícula es una decisión que el colegio debe tomar si lo estima conveniente, pero que termine este año. Solo así, el ministerio de Educación no se pisará la cola a sí mismo, pues ellos son los primeros en protestar e impedir que un colegio expulse a un alumno, inclusive si comete un delito dentro del colegio.
La ministra recibió un refrescante mensaje, pero lamentablemente ese mensaje solo consiguió darle la razón a ella por sobre los estudiantes y los profesores. Cabe preguntarse ¿Quién salió más mojado? ¿La ministra o el movimiento estudiantil? El agua fría no fue solo para una ministra, fue para todos quienes queremos una mejor educación, por el bien de Chile, por el bien de los chilenos.