sábado, 23 de febrero de 2013

Los fumadores


Que me perdone mi padre. Que me perdonen varios amigos, compañeros, conocidos, colegas... que me perdonen, pero... ¡Cómo detesto a los fumadores!
No me malinterpreten. Quizá la mayoría son buenas personas, responsables, trabajadores... eso hasta que fuman. Hasta que empiezan a echar humo sobre moros y cristianos, hasta que sacan su dichoso cigarrito a la hora de comer, de tomarse un café, de conversar...
Hace poco estuve en un hospital. Llevé a mi abuela por un problema cardíaco. En la sala de espera, claro, nadie fumaba, gracias a Dios, pero a la salida de ésta, ¡Parecía chimenea! Usted dirá que era un área abierta y por lo tanto, se puede fumar... ¡Pues no! Estaba techada, por lo que el humo no se disipaba con facilidad. Pero, lo que es peor, había niños, mujeres embarazadas, ancianos y personas que, como yo, simplemente, no fumamos. Por supuesto que eso no era impedimento para que los esclavos de la nicotina fumaran y fumaran. A mi lado, una bella señorita, fumaba impunemente mientras me arrojaba humo sin compasión. Pasa lo mismo en plazas, calles, parques... sin ir más lejos, hace unas semanas, frente a un inmenso letrero de NO FUMAR colocado en el estacionamiento subterráneo del Mall Plaza Vespucio, tres mujeres fumaban muertas de la risa. Quizá no me hubiese importado mucho, de no ser porque estaban justo al lado de la máquina para pagar el estacionamiento. Con toda gentileza les señalé la prohibición de fumar que imperaba en el lugar. Por supuesto que sólo recibí por respuesta amorosos improperios... lo mismo me pasó una vez en el metro estación Lo Vial con un señor muy elegante que fumaba en las boleterías.
Y para qué vamos a profundizar en esa costumbre tan arraigada de arrojar colillas donde sea... ¿Ha observado alguna vez el piso del Paseo Ahumada? ¿El suelo de la Plaza de Armas? ¿Un paradero de microbús? Colillas y colillas por todos lados... lo mismo ocurre si usan fósforos para encender sus liados de cáncer.
En Chile, se supone que tenemos una ley bastante dura respecto al tabaco. En marzo, debiese endurecerse aún más, con la prohibición total de fumar en cualquier espacio cerrado (inclusive en hoteles, bares, restaurantes y discotecas), sin embargo, esta ley de nada sirve si no se produce el cambio cultural necesario. El cambio que haga de una vez entender no sólo los daños ya archicomprobados del tabaco, sino también el respeto que debe imperar por quienes no fuman, el respeto por los espacios públicos y el bien común.
Podría usted preguntar, amable lector, bueno, ¿Y qué pasa con los derechos de los fumadores? Pues bien, tienen derecho a fumar, sólo que no cuando eso implique dañar a los demás. En un bar "sólo para fumadores", podría usted pensar, qué mal hay en que se fume... ¿Y el barman fuma? ¿Los garzones, la cajera, los cocineros? El personal tal vez no fuma, pero está obligado a inhalar el humo de los que sí... eso se acaba en marzo, aunque pese a dueños de restaurantes y fumadores. En este caso la libertad individual debe supeditarse al derecho a la vida de todos.
Sé que mis quejas y la ley puede molestar a varios fumadores de sobremanera. Ya he tenido varias discusiones con algunos fumadores respecto a este tema... ¡Que la libertad, que el derecho! algunos fumadores incluso bien izquerdosos tratan de fascista a esta ley o a quienes la defienden... mientras, no les importa seguir llenando las arcas de la British American Tobacco cuando pagan más de dos mil pesos por una cajetilla de cigarros.
Para terminar, una última reflexión: fumar es malo. Basta de justificaciones, de eufemismos, de excusas. Fumar es dañino y punto. Todos lo saben, fumadores o no. Así como es malo el exceso de alcohol, el exceso de grasas y azúcares, la vida sedentaria, etc. Los fumadores deben aceptar esta verdad y desde ella también contribuir al cambio cultural que Chile necesita. Ojalá puedan dejar la opresión del cigarrillo, pero si no, por opción o por adicción, si siguen fumando respeten a los demás, no ensucien y no defiendan lo indefendible. Quizá sólo así, algún día, nuestro país deje de ser el único de la región en donde el consumo de tabaco aumenta en lugar de disminuir.