sábado, 4 de julio de 2009



Carta a Michael Jackson

Michael:

Hay un poema de Nicanor Parra llamado "Aromos", que podría resumir más o menos lo que sentí al enterarme hace unos días de tu muerte. Y es que bien sabe Dios que nunca fui un fanático de tu música, ni siquiera un seguidor mediocre. Nunca compré uno de tus discos, no tengo tus temas en mi reproductor de música ni me aprendí alguna de tus coreografías para intentar impresionar a las personas de una fiesta.

Y, sin embargo, me estremeció saber que habías muerto. Sentí una extraña y recóndita sensación que hasta hace poco no podía explicarme. Recién ahora me doy cuenta de que no sentí pena por ti, Michael, sino que sentí pena porque el mundo en el que crecí, ya no era el mismo sin tu presencia, algo había cambiado para siempre.

Cómo no, si escuchaba tu música en la radio, veía tus videos en la tele, mis compañeros iban con calcetines blancos y un guante en la mano para parecerse a ti. ¡Si hasta había un juego para Sega Génesis en que vestías traje blanco y camisa negra!

Cómo no, si en Pipiripao daban los dibujos animados de los Jackson five, si no importa dónde, cualquier reconoce un tema tuyo al oírlo, si para referirnos a ti en tono de broma llevamos nuestra mano a la entrepierna y gritamos ¡Aau! Cómo no, si Thriller es uno de los mejores y más divertidos videoclips que he visto, y aunque no lo reconozcamos, todo alguna vez habríamos querido hacer alguno de tus pasitos de baile.

Los últimos treinta años, para bien o para mal, el mundo creció contigo allí, con tus dobleces, con tus genialidades. ¡Si hasta mi abuela sabía quién eras!

Bueno, Michael, espero que ahora si encuentres las paz y la felicidad que en la tierra no pudiste hallar. Lamento todo ese trajín de autopsias y funerales públicos y el negocio que los buitres del capitalismo están haciendo con lo que queda de ti. Pero eso, seguramente, ya no te preocupa.

Good bye, Michael.