miércoles, 25 de febrero de 2009



Pan y circo

Antes de que nada, queridos y ociosos lectores, debo advertirles: el siguiente texto no pretende ser objetivo. De hecho, no puede serlo, porque es una opinión muy personal, respaldada por creencias muy personales. Es un texto MUY mío. Habiendo hecho esta salvedad, puedo entonces empezar.

Me parece vergonzoso lo que ocurrió durante la primera jornada del festival de la canción de Viña del Mar. Aunque quienes me conocen saben que nunca he comulgado mucho con dicho "certamen" (como lo llaman tan erróneamente los periodistas, guardianes de la sabiduría popular), mayormente no me parece que sea nada censurable y, debo reconocerlo, de vez en cuando ha manifestado calidad en los espectáculos que ha mostrado. Sin embargo, lo de este lunes...

Ya he comentado en varias ocasiones que uno de mis artistas favoritos es el cantautor catalán Joan Manuel Serrat, por ello, estaba muy feliz de que fuese el encargado de abrir la primera noche del mentado festival, que, como nos viene recordando nuestra televisión hace semanas, es el número 50. Sin embargo desde antes yo tenía ciertas aprehensiones respecto a cómo sería su recibimiento por parte de ese invento mediático del "monstruo", principalmente por la extraña distribución de "artistas" que tendría la primera jornada. No obstante, me tranquilizaba saber que a un artista como Serrat, con décadas de trayectoria, con reconocimiento mundial, con una discografía impecable, con un compromiso con la libertad y la democracia, con una cercanía con la historia reciente de nuestro país, no sería posible que nuestro pueblo, ése que se sienta en la galería, cometiera una aberración. ¡Aún no me explico cómo sigo creyendo tanto en "nosotros"!

No solo las pifias que se podían escuchar cada vez que Serrat intentaba hablar fueron las que me hicieron doler el estómago. Con qué poco respeto se trató a quien realmente debió ser el protagonista de esa noche. A un verdadero artista, ese título que tantos intentan echarse encima (hasta el payaso flaite de la micro se hace llamar "artista"). A un verdadero autor de canciones, en todo el sentido de la palabra. Y toda mi crítica va más allá de gustos personales, pues no solo se trata que te guste o no, sino que se trata del respeto que debe darse a quienes se lo han ganado, muy por sobre efímeros éxitos mediáticos. Nunca me ha gustado la ópera, pero no se me hubiese ocurrido ir a pifiar a Verónica Villarroel si hubiese cantado algo.

Me molesta la tremenda ingratitud de nuestro pueblo. No quiero convertir a Serrat en un héroe, pero cuando nuestro país vivió uno de sus peores períodos de la historia y muchos se callaban, él alzaba la voz por nosotros a través del mundo.

¿Y cual fue el reconocimiento? ¿Una antorcha de plata? ¡Por favor! A Camila y La noche gaviotas de plata... me perdonarán los "fans" de esos grupos, pero no podemos comparar. No es una crítica a esos grupos ni a su "arte" -aunque, claro está, no hay que ser poeta o haber terminado el colegio para componer esas letras de sus canciones- sino al hecho de que, a veces, por una cuestión de dignidad, deberíamos dejar a un lado los ratings, los fenómenos de taquilla, las fotos de portada y los programas de farándula para mostrar que hay cosas mejores y reconocerlas públicamente. Todo eso va, realmente, construyendo el alma de un pueblo.

O ¿cree alguien realmente que en 20 años alguien se acordará de La noche?

Bueno, perdónenme lo virulento, pero necesita el desahogo. Después de todo, la culpa no es solo de los chanchos, sino también de quienes les dan el afrecho: nuestro cada vez más inteligentes medios de comunicación. ¿Cómo no enganchar con las sórdidas portadas de Las Noticias Últimas, perdón, Las Últimas Noticias, Los fantásticos programas de PiñeraVisión o Mega como Yingo, SQP o Mira quién habla. Mejor ni hablar de The Simpson Channel conocido antes como Canal 13 o nuestro "canal de todos, pero no para todos" de TVN.
God bless the cable!

En fin, cada país tiene los medios que se merece. ¿Creo que así era la cita, o no?