viernes, 16 de febrero de 2007


"TRANSANTIAGO"



Vaya, hacía tiempo ya que no escribía. No importa, no son muchos los que me leen. En fin, vamos a lo que vinimos, es decir al tema que guarda relación con el título de esta entrada.

Desde el sábado pasado somos testigos del tan esperado y anunciado cambio en el transporte público de nustra querida Capital. Debo reconocer que era yo uno de los más entusiastas defensores del plan y, cómo no, si habiendo sido un asiduo usuario de "micros", tuve el placer y privilegio de ser no sólo una, sino varias veces, el objeto del afecto de algún simpático homínido a cargo de la conducción de una Metalpar amarilla. Frases como "Pasen pa'trás, sha, sha, rapiíto, atrah hay ehpacio" eran las más suaves, y eso que "atrás" no cabía ni el alma de una modelo anoréxica. Pero había otras más cariñosas como: "¿Escolar, shushtuma**? ¿Me'stai viendo la cara, guasho cul****?" No vale la pena seguir recordando tan floreado léxico, sé que más de alguno de ustedes, amables lectores, debe haber recibido tan cándidas palabras en algún bus de nuestra ciudad. Y eso que no quiero entrar en detalles acerca del comportamiento animalesco (que me perdonen los animales) de estos individuos, que gozaban no parándote en el paradero, corriendo carreras con otras líneas, pasando el cambio o frenando antes que lapobre abuelita se siente, como para que ojalá saltara volando por la puerta que nunca cerraban.

Por fin eso iba a acabar. Por fin no más payasos cumas, no más chocopanderos cómplices de los lanzas, por fin no más sapos de micro, adiós a esos autoadhesivos "Dios es mi copiloto", "Papito no corras", "No, sin aceite no", nunca más esas palancas de cambio con una jaiva dentro o luces estroboscópicas en el pasillo. Soñaba con no tener que ir con el paraguas abierto en las micros cuando llovía, coñaba con ventanas que se podían abrir y cerrar y motores silenciosos. ¿Cómo no anhelar recibir siempre tu boleto cuando pagas y no un "Si no te gusta, bajate" cuando se alegaba?

Llegó transantiago, como tenía que llegar. Con un caos y una confusión propia del culto y ordenado pueblo de Chile. Yo aún creo en él (Pese a la leyenda negra que los medios, controlados por la derecha, han ido creando), pero no soy tan ciego como para no darme cuenta de que tiene falencias. Verbi gracia:

1. Estamos en Chile. La gente, pese a la "era digital", aún le tiene fobia a las máquinas con luces y botones en lugar de palancas y perillas. El metro llevaba años usando la Multivía y ni la mitad de los usuarios tenía una.

2. Estamos en Chile, otra vez. Basta que alguien hable mal de algo, para que todos hablemos mal. "Esto es una lesera", "No va a funcionar", "Va ha ser un caos", "Marzo", "Nosotros los pobres..." La mayoría de la gente a conseguido llegar a sus destinos, solo que antes tenía como diez recorridos para un mismo destino y ahora solo tienen uno o dos. Que hay que caminar, ¡pues claro!, ¿qué querían, seguir como antes? ¿Que los choferes te pararan en la puerta de la casa?

3. En tercer lugar, Estamos en Chile. La gente no entiende el titular del diario e iba a entender el mapa. Había que tener claro que cualquier texto de más de tres líneas que contenga además códigos y números iba a ser indesifrable para el común del santiaguino.

4. Adivinen... ¡Estamos en Chile! Sólo aquí, en el país de las oportunidades y la misericordia, se le podía otorgar una concesión a un mafioso del antiguo sistema, con micros viejas y "enchuladas" para que operara el sistema que siempre quiso destruir. ¡Por Dios! A ese tipo ya debieron hace tiempo expropiarle las micros. ¡No cumple con ninguna ley laboral y lo dejan operar!

5. Como es costumbre, en Chile, copiamos un experimento fallido de otro país. Antes fue la reforma educacional (Made in Spain) que permitiría crear buena y fácilmente dominable mano de obra barata y luego copiamos el "Transmilenio" de Colombia, que tiene más de cinco años sin funcionar... (!) Parece que, obviamente, es más barato comprar malos proyectos.

Sin embargo, sucede, sin embargo, que al menos yo aún le tengo fe al vapuleado "Transantiago", después de todo, nada puede ser peor que lo de antes y ahora solo puede mejorar. Espero. Pero para eso, hace falta que todos "Atornillemos para el mismo lado", que la gente aprenda a comportarse como ciudadano, que los opositores (principalmente la UDI) dejen de criticar por criticar, que los "psudorevolucionarios trasnochados molotovforever" se dejen de llamar a la quema de micros y el gobierno se ponga de una vez los pantalones y castigue a los empresaurios saboteadores y sinvergüenzas de siempre.

Así, quizá algún día, diremos "qué rico pasear en micro".
(Soñar no cuesta nada)