domingo, 18 de mayo de 2008



Homo Flaite


Lo recuerdo bien. Debe haber sido por el 97. Estaba en segundo medio y mis compañeros y yo usábamos el término "cuma" para referirnos a todo aquello que nos pareciese vulgar o para las personas que generaciones anteriores llamaban "patos malos". Pero luego apareció una nueva clase de cumas, que no eran como los otros, porque sin darnos cuenta, muchos compañeros de curso se fueron transformando en ellos: eran los "flaites".
He escuchado varias explicaciones acerca de la etimología de esta palabra, pero ninguna me parece acertada, pues yo si sé de dónde salió el término: gracias a una zapatillas. No recuerdo la marca con exactitud (parece que eran Nike o Converse), pero el modelo era "Fly" y era un modelo que no conocía los colores sobrios o la distribución apolínea de sus componentes. El caso es que se transformó en el tipo de zapatillas favoritas de una clase de "cumas", los más jóvenes. Muchas veces eran falsificaciones o símiles, pero se diversificaron tan rápido que no nos dimos ni cuenta cuando una parte de los "cumas" evolucionaron (o involucionaron, no sé) a "flaites". Después de las zapatillas, los buzos anchos, los gorros de viseras curvas, las cadenas gruesas al cuello y teníamos el conjunto. Ojalá esto solo hubiese sido una moda de pésimo gusto, pero el cambio mayor no estuvo en la ropa, sino en la cultura, nació la cultura "flaite" que hoy por hoy (y, por favor, perdónenme lo que digo) es la que impera en Chile.
Sí, amabilísimos lectores, Chile es un país de flaites. Y no se espanten de mis dichos, porque no me refiero a un tipo de personas, ni a una clase social (de hecho hay muchos flaytes de Plaza Italia para arriba), sino a una clase de cultura que se impuso y que no sé si alguna vez dejará de reinar. Como será, que hasta es bien visto ser flaite y los medios de comunicación los ensalzan y los invitan a sus matinales y talk-shows.
Cuando estaba en el colegio, no había nada peor que ser confundido con un flaite. Era una ofensa que te dijeran que tenías "chocos" o "choco pandas" (esa especie de 'cola' de pelo que te crecía en la nuca y te tocaba el cuello de la camisa). Hablar mal daba vergüenza. Fumar mariguana estaba muy mal visto. Rayar los vidrios del metro era impensable, menos subirse con una radio a la micro o el metro y molestar a los demás pasajeros con música que quizá no quieren oír. Beber cerveza en la calle, no dar el asiento a las viejitas, hablar a gritos. Todo eso no era parte de la cultura en la que fui criado. Nosotros podíamos ser del Colo, la U o la Cato, pero nuestra vida no cambiaba mucho si nuestro equipo ganaba o perdía. Nuestros objetivos en la vida pasaban más allá del partido del domingo. Pero esa clase de cultura se debilitó, y ahora respira tristemente, casi sofocada.
Ahora, el individualismo la lleva. Sí, porque para ser flaite de tomo y lomo hay que ser profundamente individaulista, sino la cosa no funciona, porque hay que perder absolutamente el respeto por los demás para llevar a cabo las pretensiones falites. Por ejemplo: ¿Qué clase de flaite dejaría de fumar droga o beber cerveza en una plaza solo porque hay niños cerca? ¿O que falite sería uno si dejara pasar la oportunidad de rayar los vidrios del metro para escribir su "tag" que solo Dios sabe que quiere decir?
Y ser flaite no pasa solo por lo folclórico de estas acciones. Las mujeres flaites (que nunca han oído hablar de Simone de Bouvier) se desacreditan a sí mismas, transformándose en los objetos que tantas otras mujeres lucharon por liberar. Todavía me cuesta creer que haya mujeres a las que les encante el reggaeton, a estas alturas himno oficial de Banana Republic y Faitesburgo.
Al flaite no le preocupan los problemas del mundo, solo vive y saca provecho de él. Mientras pueda comprarse Zapatillas con resortes y con un espectro cromático desde el ultravioleta al infrarrojo, todo bien. Mejor si las combina con ropa deportiva (que no es para hacer deporte) Nike o Adidas.
El flaite no vota, no lee, no ve noticias. El faite va a trabajar y le importa un carajo reventar las puertas de la micro en la mañana para poder subirse sin pagar. El faite no tiene tendencia política, no forma sindicatos y si enferma, le basta con insultar a los funcionarios en el hospital para acelerar su atención.
Al flaite no le importa que Chile tenga mal distribución de la riqueza (mientras haya chorreo), que exista ley de subcontratación, menos. Le da lo mismo la gente de Chaitén y los animales de Chaitén. No se preocupa por el calentamiento global ni por la alfabetización electrónica, mientras sepa usar el Messenger y su Sony Ericsson Walkman o su Nokia 5300, todo bakán.
El flaitee stá orgulloso de ser flaite, esto es, de ser ignorante, de que le importe solo él y su entorno, de beber cerveza hasta reventar, de vivir sumido en el presente continuo.
Es Chile un país de flaites, y lo peor es que ya no es necesaria la ropa para serlo. Basta con vivir como estamos viviendo para ir transformándonos lentamente: ver (y disfrutar) la basura que da nuestra televisión, usar el computador solo para chatear, no agarrar jamás un libro, comprar películas piratas que, más encima, son pésimas, leer las Últimas Noticias, ensuciar y destruir nuestra ciudad, no reclamar jamás y desquitarse haciendo todo de mala gana y mal.
Así, el stato quo sigue y seguirá, porque para quienes tienen y seguirán teniendo el poder, los flaites son una bendición.


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Para "distender un poco" este oscuro comentario, un vídeo (como dicen los españoles).
http://www.youtube.com/watch?v=le7Pfdoo_rU