lunes, 17 de octubre de 2011

"Todos somos iguales... pero algunos son más iguales que otros"



No me gustan los llamados "flaites". No me gusta su subcultura, su música, su forma de vestir, de hablar, de relacionarse con otras personas. No me gusta, pero esa es mi opinión. Puedo justificarla, dar argumentos, participar en un debate y, tal vez, hasta ganarlo, pero eso, en sí, no me dará la razón ante todos. Tampoco me gustan las "barras bravas", aquellos fanáticos no del fútbol, sino de una extraña proyección que les hace creer que el mundo gira (o dejará de hacerlo) si su equipo no le gana a otro el fin de semana. Esas personas que no van a ver fútbol, sino a beber y destruir. Me cargan. Lo he dicho antes aquí, en este mismo blog. Lo saben quienes me conocen. 
Pero lo de éste domingo pasado... califica dentro de las fantasías más fascistas que alguien pueda tener. No recuerdo, desde la dictadura, que alguna autoridad en democracia haya restringido la libre circulación de las personas. ¡Prohibir a alguien caminar por determinadas calles solo porque lleva puesta una camiseta de un equipo! Gente bajada de las micros, por ser sospechosa de querer llegar hasta el estadio San Carlos de Apoquindo. Personas detenidas por sospecha ¡Por sospecha, Dios! 
Y, esta vez, la televisión sí lo mostró. No había encapuchados. No había violencia ni destrozos. Aun así, carabineros las emprendió contra ellos. Incapaces de responder a los argumentos de quienes querían llegar al estadio ("¿Acaso este es otro país? ¿Hay que vestir de corbata o ser rico para poder pasar?"), las fuerzas especiales solo actuaron como están acostumbradas y entrenadas para hacerlo: reprimiendo. Todo amparado, claro está, por la Intendencia Metropolitana y, como no, por detrás por el Ministerio del Interior, que a este paso, pasará a llamarse Ministerio del Amor (MINIMOR) muy pronto...
La excusa para discriminar era la paz. La posibilidad de que los hinchas que no pudieron asistir provocaran disturbios y destrozos... faltó poco para invocar la seguridad interior del Estado. Ahora, sabemos que si el estadio de la UC no hubiese quedado en Las Condes, nada de esto hubiera ocurrido. Si el estadio quedara en Independencia, por ejemplo, como el Santa Laura de la Unión Española... pero no. La élite necesita proteger sus eternas granjerías, y ahora que tienen un gobierno total para protegerlos... ¡Todo más fácil!
Pero la gente está empezando a despertar, a indignarse (recuerdo que escribí sobre la indignación varios meses antes de que se empezara a hablar sobre ese movimiento), no tolerará tan fácil la discriminación que se ha venido construyendo en nuestro país. Discriminación tan habitual que no llegó a parecer parte normal de la vida. Los pobres para allá, nosotros los patrones ricos, para acá. Barrios, comunas enteras para pobres, obreros y delincuentes. Balnearios solo para gente "bien". Universidades y colegios para la élite. 
Y el gobierno no entiende, no quiere entender que está sembrando las semillas de su propio odio. Hasta ahora usan a los carabineros como siempre: como sus perros guardianes. Pero los carabineros no son perros, también son pueblo. Muchos quizá todavía no lo saben, pero lo sabrán. Y entonces ya no serán más nuestros enemigos, cuando no vean en los jóvenes estudiantes a terroristas, cuando no vean en los obreros a enemigos de la patria, cuando sus oficiales dejen de manipularlos y usarlos como lo que no son, como perros. 
En el Chile de hoy, entonces, ¿Somos todos los chilenos iguales ante la ley, ante el Estado, ante los otros chilenos? Usted, querido lector, ya sabe la respuesta...
Poco a poco, construiremos, también, la solución.

2 comentarios:

También Importamos dijo...

interesante entrada...

Todo cae por su propio peso, y van a caer te lo aseguro, sin ser utópica o como quieran tildar.

xurxo dijo...

Eso se llama detener a alguien por "portación de cara" :(

Un abrazo.