jueves, 4 de marzo de 2010

La gran grieta

 


Sin duda, después del sábado pasado, nuestras noches no serán las mismas durante un largo tiempo. Podría utilizae este espacio que siento como lo más mío para hablar de aquello, del miedo y la angustia, de lo que hice en esos atroces momentos en que la tierra se sacudió para mostrarnos quién es la que manda en verdad, pero no. Podría quizá hacer llamados a la solidaridad, a colgar banderas chilenas en nuestros pórticos, a donar dinero para la teletón de "Chile ayuda a Chile", pero creo que mis palabras no modificaran las decisiones que en el corazón de las personas ya están tomadas.
Quiero, en esta ocasión, hablar de otras cosas. Temas que para mí son tan trágicos como el terremoto que nos afectó como país. Quiero hablar del terremoto que nos afecta como nación, quiero hablar sobre la gran grieta que parte el corazón de Chile.
Los medios de comunicación, ávidos de sintonía que es lo mismo que decir dinero, nos muestran desoladoras imágenes de las zonas más afectadas, y no bastando ya el dolor que causa la destrucción material de Chile, nos invitan a presenciar en alta definición, saqueo a supermercados, centros comerciales, farmacias. Con horror comprobamos que nuestros compatriotas no buscan presas del hambre solo alimentos y agua para dar de comer a sus hijos, sino que vemos como bajo sus brazos llevan consigo televisores de plasma, lavadoras, botellas de whisky, reproductores de música y una serie de artilugios que nada tienen que ver con satisfacer las necesidades básicas del ser humano.
Ergo, asistimos al patético espectáculo de vecinos armándose de palos, cuchillos y armas de fuego para defender sus propiedades, porque alguien les dijo que escuchó a alguien que había dicho que un amigo sabía de alguien que vio a sus vecinos preparándose como una horda de bárbaros para saquear los barrios de la gente decente. Y otra vez, desde el otro lado del río, los invasores se dejarían caer para arrebatar los frutos de toda una vida a la gente bien de nuestro país que también sufría, pero en orden.
Y como ningún espectáculo está completo sin una gran actriz, la alcaldesa de Concepción y futura intendenta de la región del Biobío, llamaba a los militares a imponer el orden porque no pasaba de otra noche antes de que el caos fuera total y los salvajes hicieran mella de toda la población y la sacrosanta propiedad privada. Ella debía trasmitir calma, pero solo infunció pánico en sus electores.
Esa, amigos míos, es la gran grieta que terminó de desnudar el terremoto del sábado. No la provocó el sismo, la grieta ya estaba desde hace siglos, a veces más pequeña, pero nunca reparada, solo cubierta de estuco para que no se viera.
Estuco y pintura, para que la OCDE, el Banco Mundial, la ONU, el Banco Interaméricano, nuestros vecinos del continente, los turistas, nadie, nadie la viera. Y nostros, como pueblo, como nación, de tanto no verla y a la fuerza tratar de no pensar en ella, olvidamos que allí estaba realmente. 
La grieta, profunda y oscura, atraviesa a la mitad el corazón de nuestra patria. A través de ella podemos ver lo que realmente somos: un país pobre e injusto. Un país que se vanaglorió de los triunfos de un puñado de hombres especuladores, sin darse cuenta de que el pueblo solo recibía las migajas del éxito. Un país clasista y racista, que se ríe de los morenos, de los indios, de los pobres. Un país donde el capitalismo salvaje nos adormeció con su veneno, mientras nos susurraba al oído "todo está bien... para qué preocuparse..."
¿Qué queríamos realmente? ¿Clases de civilidad de quiénes no recibieron en su vida una educación de verdad? ¿De quienes no participan en las decisiones del país? ¿De quienes son excluidos sistemáticamente del mundo de la cultura, las ideas, la participación? ¿Qué querían realmente los medios, si ellos les han vendido circo por décadas a esos jóvenes saqueadores, mostrándoles cosas que no pueden tener, mundos a los que no pueden aspirar, estereotipos que no debieran imitar?
Lo que sucedió después del terremoto es la suma de lo mal que hemos hecho a nuestra nación. Es la verdad del modelo de sociedad que hemos construido, ya sea como dirigentes o como silentes, porque aquí sí que el que calla otorga.
¿Cómo podíamos realmente pretender que esos jóvenes que escapaban con plasmas bajo el brazo estuvieran mejor con una pala ayudando a sus compatriotas sepultados por el maremoto, si nunca nadie les mostró una veta de moral, de cívica? ¿Si nadie les dijo que sus vidas valían tanto como las de cualquier otro chileno, de cualquier otro ser humano? ¿Si les mostramos que la gente no vale por el solo hecho de ser personas, sino por el auto que maneja, la casa en la que vive y el televisor que contempla?
Nuestro presidente electo dice que los más importante es restablecer el orden público. Y tiene razón, pero él cree, ilusamente, que con toques de queda y uniformados en la calle basta. Pero se equivoca, pues el orden solo vendrá cuando nuestra sociedad sea realmente más justa. Cuando nuestros colegios sean iguales en calidad en Penco y en Vitacura. Cuando nuestros hospitales tengan la misma tecnología y calidad profesional que las clínicas privadas. Cuando los trabajadores y los empresarios se sienten en una mesa a negociar en igualdad de condiciones. Cuando una violación sea tan atroz en La Granja como en Las Condes. Cuando un hombre aindiado no sienta vergüenza al hablar con el gerente del banco.
Solo entonces, veremos a jóvenes con libros en sus manos.
Solo entonces se reparará la grieta.
Solo entonces el Reino de Dios estará más cerca de nosotros.
Solo entonces, amigos míos, podremos morirnos tranquilos.

5 comentarios:

Alan dijo...

Tanta, tanta razón.

Anónimo dijo...

Así se habla y siente y somos muchos los que compartimos tu sentir, pero hay que actuar ayer, ahora y siempre, el granito de arena que cada uno aporte para mejorar esta infectada sociedad se notará hoy, mañana y en el futuro de vuestros hijos. Así sea. daa

Chesita dijo...

Mucha razón, me gusta como escribe :).
Desde ahora soy una seguidora se su blog :P

Nicole Alejandra dijo...

Toda la razon,ocupastes todos los ambitos.

xurxo dijo...

Muy interesantes tus reflexiones, me han inspirado para una viñeta que estoy dibujando