Listo. Se acabó. El último de los 33 mineros atrapados en el fondo de la mina San José ha salido por fin nuevamente al aire libre, al sol, a la vida. Hazaña fue realmente su supervivencia, su aguante, su apego incondicional a la vida. No ha de restársele méritos a estos hombres, a estos trabajadores, a estos mineros. El mundo entero puso sus ojos sobre ellos y con razón. Son un ejemplo, o más bien, una lección.
¿Habrá imaginado alguno de ellos la suerte que correrían hoy, después de ver colapsar las paredes de la mina el pasado agosto? ¿En las cabezas de sus familiares y amigos se habrá cruzado la idea de que pasarían en cuestión de semanas de ser mineros a rockstars? Esos hombres, de turnos interminables, de sudor húmedo, de oscuridades prolongadas, ésos que ganaban una miseria para hacer más ricos a los dueños de la mina, ellos, ésos ¿Imaginarían alguna vez este circo del que ahora son las estrellas?
McLuhan nos lo dijo hace rato ya: "El medio es el mensaje". Y en nuestros países el "mensaje" siempre es aquel que los medios quieren que recibamos. De más está señalar aquí quiénes son los "poderes fácticos" tras esos mass media que nos bombardearon día a día.
Y es que nada vende mejor que una tragedia... nada excepto la tragedia transformada en circo, en comedia para las masas, en reality show donde todos, TODOS, tienen algo que ganar.
Antes de saber que estaban vivos, se alcanzó a hablar de responsabilidad empresarial, de derechos laborales, de fiscalización. Se prometieron leyes, se juraron "nunca mases", se dijo que había una necesidad urgente de controlar la injusticia que provocó esa tragedia...
Después, vino la alegría. Estaban vivos aún. había esperanza de que los mineros vieran en vida el milagro de la justicia, de las mejores condiciones laborales, pero no... el gobierno y los medios de comunicación pronto olvidaron los anacrónicos discursos de "justicia social" para reemplazarlos por invitaciones a La Moneda, al extranjero, a los programas de farándula. Los derechos se transformaron en regalos enviados desde lugares que los mineros probablemente ni sabían que existían... desde Cupertino, California, Steve Jobs les envía IPods Shuffle, Sony PSPs, Camisetas el Real Madrid, años gratis de pizza y sushi... y miles y miles de cosas más. Mientras, nosotros el público, contemplamos maravillados la generosidad del mundo, a la par que olvidamos cómo fue que llegaron a quedar atrapados esos hombres 700 metros bajo la tierra. Ya no nos importan los derechos laborales, ahora nos importa más el nombre del perro del minero 21, o que el minero 18 tiene una amante, o que el 2 es hincha de la Católica. Asistimos al despliegue comunicacional más grande y burdo de los últimos tiempos. Toda la ciencia y la técnica de la información al servicio del telespectador para enterarnos que el minero 28 es fanático de los porotos con mazamorra.
Y, mientras, se aprueba un nuevo impuesto a la gran minería que es un chiste. Mientras, el ejecutivo manda una proyecto de reforma constitucional al congreso para reelegir al presidente. Mientras, decenas de mapuches estaban en huelga de hambre, mientras varias minas y fábricas están en huelga por mejores condiciones laborales, mientras se envía un proyecto de concesión - privatización de los hospitales públicos, mientras... la vida real.
Pobres mineros. No es culpa de ellos, sino de otros más siniestros y maquiavélicos. Dentro de unos días ya poco se les recordará, pues nuestros medios y nuestro gobierno encontrarán un nuevo show que mostrar al público siempre ávido de "realidad", mientras ésta no sea la de ellos mismos.
¡Que se enciendan los reflectores, que el show debe continuar!
1 comentario:
Es verdad que ha llevado piedras de la mina para regalar a los mandatarios europeos? La novela sigue...
Un abrazo.
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