¿Pedagogía o pedaporfía?
Por la prensa, hace solo unos días, los chilenos pudimos enterarnos de los resultados de una prueba que se realizó a los estudiantes de pedagogía de último año de las diversas universidades del país. La noticia, debido a sus resultados, me dolió, pero no me sorprendió. Pregunto: ¿En verdad alguien esperaba un resultado mejor?
Como profesor me siento preocupado y hasta cierto punto, desesperanzado respecto a esta situación. Cómo es posible que quienes deben ser los primeros en conducir por el sendero de la libertad y el pensamiento crítico no tengan una sólida formación cultural o no posean habilidades lingüísticas mínimas, las mismas que después exigimos a nuestros alumnos. Claro que el estudio es preocupante, pero ¿Qué pasaría si hacemos la misma prueba con alumnos de ingeniería, medicina o leyes? ¿Saldrían realmente mejor parados?
El problema, querido lectores, no es solo de los estudiantes de pedagogía, sino de el sistema educativo chileno en general. Seguimos por el camino de la educación bancaria, y lejos de avanzar, gracias a indicaciones de la nueva LGE, vamos de la educación a la instrucción, vale decir, transmitir sin procesar.
En el consejo de profesores del viernes me preguntaba: ¿Estamos educando hombres y mujeres libres? ¿O solo perpetuamos el sistema que públicamente muchos criticamos, pero no hacemos nada por corregir de raíz? ¿Estoy haciendo clases a los directores o a los dirigidos del mañana?
Respecto a los profesores del futuro, el problema no es tan difícil de corregir, pero no hay la menor voluntad de hacerlo. Mientras cualquier universidad siga abriendo facultades de educación sin la menor supervisión, mientras los más bajos puntajes de la PSU ingresen a pedagogía, mientras no haya un verdadero filtro en las universidades, nada cambiará. Nuestra ministra de Educación, esa luminaria, dice que más becas serían la solución. ¿Para qué? Para decirle a un buen puntaje y un buen estudiante: "Nosotros te pagamos la carrera, pero después, confórmate con un sueldo mucho menor que el de cualquier otro profesional, confórmate con hacer clases en salas pequeñas con 45 alumnos, confórmate con no tener horas para prepara tus clases, confórmate con soportar a los mafiosos de la educación también conocidos como sostenedores y, por último, confórmate con que ante cualquier problema tú y solo tú serás el responsable de los problemas en la educación de Chile".
Y claro está, siempre que hay un fracaso nunca es culpa del gobierno, de los ministros, de los sostenedores, de las corporaciones municipales y privadas, de las políticas, de los planes y programas, de los padres y apoderados, de los medios de comunicación, del modelo de sociedad en que vivimos y, mucho menos, de los alumnos. Siempre, ayer, hoy, siempre, el culpable eres TÚ, iluso que alguna vez soñaste "Fundir el cobre y limar las caras del diamante".
Como profesor me siento preocupado y hasta cierto punto, desesperanzado respecto a esta situación. Cómo es posible que quienes deben ser los primeros en conducir por el sendero de la libertad y el pensamiento crítico no tengan una sólida formación cultural o no posean habilidades lingüísticas mínimas, las mismas que después exigimos a nuestros alumnos. Claro que el estudio es preocupante, pero ¿Qué pasaría si hacemos la misma prueba con alumnos de ingeniería, medicina o leyes? ¿Saldrían realmente mejor parados?
El problema, querido lectores, no es solo de los estudiantes de pedagogía, sino de el sistema educativo chileno en general. Seguimos por el camino de la educación bancaria, y lejos de avanzar, gracias a indicaciones de la nueva LGE, vamos de la educación a la instrucción, vale decir, transmitir sin procesar.
En el consejo de profesores del viernes me preguntaba: ¿Estamos educando hombres y mujeres libres? ¿O solo perpetuamos el sistema que públicamente muchos criticamos, pero no hacemos nada por corregir de raíz? ¿Estoy haciendo clases a los directores o a los dirigidos del mañana?
Respecto a los profesores del futuro, el problema no es tan difícil de corregir, pero no hay la menor voluntad de hacerlo. Mientras cualquier universidad siga abriendo facultades de educación sin la menor supervisión, mientras los más bajos puntajes de la PSU ingresen a pedagogía, mientras no haya un verdadero filtro en las universidades, nada cambiará. Nuestra ministra de Educación, esa luminaria, dice que más becas serían la solución. ¿Para qué? Para decirle a un buen puntaje y un buen estudiante: "Nosotros te pagamos la carrera, pero después, confórmate con un sueldo mucho menor que el de cualquier otro profesional, confórmate con hacer clases en salas pequeñas con 45 alumnos, confórmate con no tener horas para prepara tus clases, confórmate con soportar a los mafiosos de la educación también conocidos como sostenedores y, por último, confórmate con que ante cualquier problema tú y solo tú serás el responsable de los problemas en la educación de Chile".
Y claro está, siempre que hay un fracaso nunca es culpa del gobierno, de los ministros, de los sostenedores, de las corporaciones municipales y privadas, de las políticas, de los planes y programas, de los padres y apoderados, de los medios de comunicación, del modelo de sociedad en que vivimos y, mucho menos, de los alumnos. Siempre, ayer, hoy, siempre, el culpable eres TÚ, iluso que alguna vez soñaste "Fundir el cobre y limar las caras del diamante".
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